sábado, 30 de junio de 2012

Toledo en junio de 1927 fotografiado por Albert Oliveras

Albert Oliveras i Folch nació en Montevideo (Uruguay) el 1 de diciembre de 1899. Casado con Josefa Deó Bordoy, era ingeniero industrial y su labor cotidiana se desarrollaba como técnico textil en Cataluña dedicado principalmente al comercio. Al estallar la Guerra Civil huyó a América del Sur volviendo a España durante el franquismo. Se instaló en el barrio barcelonés de Gràcia, en la calle Mayor de Gracia número 30.
Pero su faceta más destacada y por la que pasó a la historia fue la de gran excursionista de alta montaña y escalador. Socio del Centre Excursionista de Catalunya (CEC) desde el 30 de octubre de 1923 y miembro del Centro Académico de Escalada (CADE) desde 1942, ocupó diversos cargos tanto en el CEC presidiendo la Sección de Deportes de Montaña en 1939. También fue presidente la Comisión de Refugios y de la de Publicaciones (1946) e incluso representó al CEC en el Congreso de la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo (UIAA) en Chamonix (1932). Participó en diversas actividades de la Sección de Fotografía.
Durante los años 1920 y 1930 realizó numerosas ascensiones y travesías con esquíes por los Pirineos y también por los Alpes, junto con Lluís Estasen, Josep Rovira, Jofre Vila y Joan Cardona entre otros. En 1944 recibió la medalla de la Federación Española de Montañismo (FEM). En 1947 formó parte del grupo de rescate de montaña constituido como Hermandad de San Bernardo. Colaboró en la actualización de guías excursionistas, impartió numerosas conferencias y fue autor de varios mapas de los Pirineos editados por el CEC entre los años 1945 y 1951.
Murió el 24 de julio de 1989, a los 90 años.
Retrato de Albert Oliveras i Folch en los años 20. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Su legado fotográfico es amplio. El fondo ingresó en el Archivo Fotográfico del CEC por donación el 7 de noviembre de 1986, cuando los albaceas de Oliveras, Manuel Suñer Vilar y Montserrat Hombravella Banquells, hicieron efectivo el ingreso en dicho archivo. El fondo reúne documentación generada por Albert Oliveras durante toda su vida. Son fotografías -la mayoría estereoscópicas- de ascensiones y grandes travesías por los Pirineos y cumbres de los Alpes que realizó con un amplio grupo de amigos. En gran parte las imágenes sirven como referencia para conocer la evolución de la escalada y el esquí en los inicios del siglo XX. Pero fue también un gran viajero y en el fondo se incluyen fotografías de muchas ciudades visitadas por él.
Por suerte, y como no podía ser de otro modo, Albert Oliveras visitó Toledo en junio de 1927 probablemente con motivo de las fiestas del Corpus Christi.
Gracias a la inmensa tarea de conservación, catalogación y digitalización que está llevando el CEC podemos hoy admirar esta veintena de fotografías que nos muestran el Toledo de 1927. Aprovecho para agradecer Berenguer Vidal como responsable del archivo del CEC su amabilidad y la cesión gratuita de estas imágenes que paso a ofreceros.
La más bella de todas es la única que no es estereoscópica. Nos muestra una preciosa estampa del típico Zocodover de los años 20 con sus coches de época y adornado para el Corpus con bombillas hasta en el Arco de la Sangre:
Plaza de Zocodover en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya

Cerca de allí tomó fotografías del Hospital de Santa Cruz, por entonces muy descuidado y deteriorado e inmerso en interminables obras de adecuación para su uso como museo:
Hospital de Santa Cruz en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Hospital de Santa Cruz en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Hospital de Santa Cruz en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Hospital de Santa Cruz en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Hospital de Santa Cruz en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Hospital de Santa Cruz en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya

Oliveras retrató los principales monumentos de la ciudad. Aquí podemos ver la Puerta del Cambrón:
Puerta del Cambrón en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Puerta del Cambrón en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya

Esta es una bonita vista del Hospital Tavera y el barrio de las Covachuelas:
Hospital Tavera y Barrio de las Covachuelas  en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Hospital Tavera y Barrio de las Covachuelas  en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya

Esta es la Puerta del Sol:
Puerta del Sol en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Puerta del Sol en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Puerta del Sol en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Puerta del Sol en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Puerta del Sol vista desde la Puerta de Alarcones en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Puerta del Sol vista desde la Puerta de Alarcones en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya

Aquí tenemos el Ayuntamiento:
Ayuntamiento de Toledo en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Ayuntamiento de Toledo en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya

Cerca de allí, la Calle de la Ciudad:
Calle de la Ciudad en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Calle de la Ciudad en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya

Un poco más arriba, la preciosa portada del Palacio de los Toledo frente al Pasadizo de Balaguer:
Palacio de los Toledo frente al Pasadizo de Balaguer en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Palacio de los Toledo frente al Pasadizo de Balaguer en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya

Este es el Palacio de Fuensalida:
Palacio de Fuensalida en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Palacio de Fuensalida en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya

Oliveras inmortalizó el entoladado de la calle Cardenal Cisneros con motivo del Corpus de 1927:
Toldos para el Corpus junto a la Puerta de los Leones de la Catedral de Toledo en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Toldos para el Corpus junto a la Puerta de los Leones de la Catedral de Toledo en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya

Este es el Monasterio de San Juan de los Reyes:
Monasterio de San Juan de los Reyes en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Monasterio de San Juan de los Reyes en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya

Aquí podemos ver el Castillo de San Servando y el Puente de Alcántara:
Castillo de San Servando y Puente de Alcántara en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Castillo de San Servando y Puente de Alcántara en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Puente de Alcántara en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Puente de Alcántara en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya

Este es el Callejón de Bodegones:
Callejón de Bodegones en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya
Callejón de Bodegones en junio de 1927. Fotografía de Albert Oliveras i Folch. © Arxiu Fotogràfic de Catalunya. Centre Excursionista de Catalunya

Para finalizar, tan solo decir que el proceso de digitalización de los fondos del CEC aún no ha finalizado y es muy probable que en él vayan apareciendo nuevos tesoros en forma de fotografías de Toledo. Crucemos los dedos.

8 comentarios

manuelblas dijo...

Magnificas fotos. Aprovecho pra felicitarte por tu blog. Un lujo. Manuelblas

Jota dijo...

Como siempre una maravillosa entrada,gracias por esta labor hacia la maravillosa ciudad de Toledo. un abrazo.

augocas dijo...

Gracias Eduardo por estos testimonios de nuestro Toledo de antes.

Ricardo Sánchez Candelas dijo...

Aparte de un magnífico descubrimiento más de los muchos que ya viene sumando el autor de Toledo Olvidado en su incansable labor investigadora, en esta secuencia fotográfica de la estancia toledana del catalán Albert Oliveras aparecen algunos detalles que no quisiera dejar de comentar.
Anoto los primeros en la foto de la Plaza de Zocodover –en realidad, sólo lo que era calle y es hoy vial de tráfico rodado– y destaco en esa fachada de la plaza que incluye el Arco de la Sangre, ese carácter heterogéneo del conjunto de locales, viviendas y usos varios que se ubicaban sobre los soportales, y que quedó excesivamente uniformado en la reconstrucción que se hizo de la práctica totalidad de la fachada tras la devastadora destrucción que sufrió en la guerra civil.
En el margen situado más a la derecha de la foto se puede observar la Escuela Nacional de Párvulos nº 1, junto a un portal, inmediatamente anterior, flanqueado por cartelería de festejos taurinos. A los niños de la época no se les había imbuido todavía, al parecer, ninguna clase de objeción sobre el maltrato a animales ni, en consecuencia, rechazo alguno al patriótico patrimonio nacional del arte de Cúchares, proclama política tan en boga en nuestros días.
Por otra parte, la presencia de una peluquería en tan céntrico lugar y con tan ostentoso rótulo dejaba poco lugar a dudas sobre la atención que los toledanos de la época dedicaban a su cuidado capilar, y el establecimiento de dentistas y confiterías de mazapán, con anuncio también muy patente en ambas actividades, había ya ocupado para muchos años su espacio propio en la plaza, sin temor a la contraindicación que para el progreso de las caries tiene el abuso del consumo de dulces.
La fotografía también nos ilustra sobre los notables avances que ya habría hecho para entonces la industria del automóvil, sobre todo en materia de seguridad en sus sistemas de frenos de mano, dada la aparente tranquilidad de los viandantes, incluida la tropa militar, siempre tan previsora y predispuesta para la defensa, con la que ignoraban la presencia de unos cuantos vehículos aparcados junto a ambas aceras en plena cuesta del Alcázar, y estacionados en una más que considerable y arriesgada pendiente. Los aparcados junto a la acera de la derecha parecían haberse puesto de acuerdo para dejar libre el paso al mencionado parvulario, y de paso recordarnos a los que ahora repasamos este reportaje que justamente en ese lugar estuvo durante muchos años el Mesón El Toledano, propiedad de don Mariano Rey.
Ya desaparecido y convertido hoy en tienda de antigüedades y souvenirs para el turismo, regentada por un hermano de don Mariano, fue El Mesón, durante una buena parte de nuestros años de juventud, lugar de encuentro para nuestro aperitivo dominguero y para nuestros cafés de sobremesa. El fondo del local estaba decorado con una pintura mural de una vista panorámica de la ciudad de valor más o menos estimable, que todavía puede contemplarse.
Subiendo por la acera de enfrente y no por la calzada como peatón más precavido, un viandante llevaba, cuidadosamente plegada en su antebrazo izquierdo, su ropilla de camarero –no me cabe duda de que lo era–, oficio que debía ejercer en algún establecimiento hostelero cercano, quizá en El Café Suizo, en los inmediatos soportales, a la vuelta de la esquina, que ya para entonces –la foto es de 1927– era un “histórico” de Zocodover, abierto por M. Lhardy desde 1878.
En comentarios posteriores haré algunas otras observaciones sobre fotos de este extraordinario reportaje

Ricardo Sánchez Candelas dijo...

El siguiente comentario quiero referirle a una curiosidad agropecuaria. En la fotografía que nos muestra el patio interior de la Puerta de Bisagra –¿con “b” o con “v”?, a ver si nos ponemos de acuerdo– aparece un herradero destinado a la operación de “calzar” a las caballerías que, en su tránsito de entrada o salida de la ciudad, tenían en este punto lugar de paso obligado. Era, en realidad, un sencillo recinto rectangular, delimitado por cuatro o seis postes de piedra anclados en el suelo, en el que se alojaba amarrado al animal para ser sometido a la necesaria operación de dotarle de herraduras para su penoso trajín andariego. En el momento de ser tomada la foto, ante la mirada indiferente de Alfonso VI, encaramado al pedestal de su estatua de piedra, la “zapatería” parece ocupada por un sufrido cliente.
Otra de las fotos en la que detengo mi atención es la de la Puerta del Sol. No es la primera vez, en las muy numerosas ocasiones en las que Toledo Olvidado nos ha ofrecido imágenes de este monumento, que me sorprende el “abundante” arbolado –sobre todo el situado en la Cuesta de las Armas– que rodea el entorno de esta hermosa Puerta mudéjar que daba acceso al recinto amurallado de la ciudad. Pareciera como si hubiera que dotar de sombra a esta Puerta, por su propio nombre tan soleada, y muy en contraste con la actual desnudez vegetal de su entorno inmediato, al parecer más previsto para que nada, ni siquiera el arbolado, oculte la vista de la hermosa y original arquitectura del histórico monumento.
La foto de la colección de Oliveras, con alguno de sus más notables ejemplares como elocuente testigo, pareciera destinada a desmentir el tan manoseado tópico de los impulsos arboricidas de nuestros más inmediatos antecesores, frente a las angelicales exaltaciones ecologistas de nuestros días que, sin embargo, en las sucesivas reformas de la zona, y de forma inconcebible, no han alcanzado a reponer aquel arbolado, aun respetando el loable criterio de la contemplación visual del monumento sin impedimento alguno. Una vez más, los árboles como “culpables”. De hecho, del empeño por repoblar de árboles este entorno en aquellas fechas, sólo subsisten en nuestros días, como solitarias herederas, unas cuantas falsas acacias, ya sobrepasada la Puerta, por debajo de la Puerta de Alarcones y casi a la altura de la Bola de El Miradero.
En el comentario siguiente completaré mis observaciones a esta entrega, una vez más tan sugerente para el recuerdo.

Ricardo Sánchez Candelas dijo...

Y finalmente detengo ahora mi observación en la foto del Puente de Alcántara con el fondo del Castillo de San Servando. Me llamó la atención, en principio, lo anormalmente concurrido de transeúntes del puente, circunstancia que no podía atribuir a ninguna llegada de viajeros, desde cualquier servicio ferroviario procedente de Madrid accediendo a la ciudad por el Paseo de la Rosa. Ni la afluencia turística era todavía tan numerosa ni tampoco lo era la propia capacidad de ese medio de transporte. Dada, por otra parte, la oscura indumentaria de todos los figurantes en la escena y su formación, casi continua, en fila de a dos no pude por menos que concluir, casi sin lugar a duda, que se trataba del conjunto de alumnos del Seminario en alguna de esas salidas de paseo que les llevaban a cualquier lugar de los alrededores de la ciudad. Ni que decir tiene que asumo el posible error de mi observación y que, por tanto, agradecería que cualquier seguidor del blog me corrigiera y nos identificara a tan nutrida tropa.
Bien es verdad que, al menos de lo que yo tengo memoria, no era éste el itinerario de paseo más frecuente de los seminaristas. Al menos en mis años jóvenes, creo recordar que preferían salir en dirección hacia La Vega, casi siempre con destino a las afueras de la carretera de Ávila y hasta el paraje que ya empezó pronto a conocerse como los Campos de don Gregorio y el Campo Canini, parajes todavía casi rupestres por entonces –¡quién se lo iba a decir a la actual Avenida de Europa!– en los que los futuros diáconos, en lucha contra cualquier tentación mundana, improvisaban con sus trajes talares, de los que se habían despojado provisionalmente al efecto, las porterías de un imaginario campo de fútbol. De hecho, de su regreso a la ciudad en ese itinerario de sus paseos que yo recuerdo, ya caída la tarde, hay algunos hermosos testimonios fotográficos, dignos de figurar en cualquier secuencia filmada por Berlanga o por Buñuel –¿Tristana, por ejemplo?–, en los que la formación de los futuros clérigos, atravesada la Puerta de Bisagra, enfilaba la acera de Santiago del Arrabal para subir a Toledo.
En todo caso, en este reportaje del catalán Albert Oliveras - Bodegones, Fuensalida, Santa Isabel - nos encontramos ante uno de los más logrados retratos costumbristas en documentación fotográfica de aquel Toledo de las primeras décadas del pasado siglo cuya meritoria recuperación, una vez más, ¡y van ya tantas!, se la debemos al impagable esfuerzo investigador del autor de Toledo Olvidado.

Ricardo Sánchez Candelas dijo...

Una aclaración y corrección de error que me indica el autor del blog. El herradero al que hago mención y que aparece en una de las fotografías se situaba en la Puerta del Cambrón, y no en la de Bisagra. Lógicamemte, la estatua del rey que presenciaba la operación no es la de Alfonso VI. Puede ser la del Rey Sisenando o la del Rey Recaredo, que aún no había sido destruída.
Hecha la aclaración, pido disculpas por el error.

Gaby Lozano dijo...

Siento una gran emociòn al ver las fotos tomadas por quien fuera tìo de mi abuela. Recuerdo haberlo visto algunas veces cuando era muy niña y venìa de visita a la Argentina.

© TOLEDO OLVIDADO
Maira Gall