En ocasiones me pregunto si los arquitectos de los monumentos más imponentes de Toledo tuvieron en cuenta el entramado urbano de Toledo y las perspectivas que desde ese intrincado callejero podrían obtenerse de los edificios que proyectaban. Sólo así podrían explicarse algunas vistas interiores de la ciudad, que parecería casi imposible que hubiesen surgido del azar. Tal vez uno de los casos más representativos de esto que os expongo sea la sublime visión de la torre de la Catedral que puede contemplarse desde la Calle de Santa Isabel.
Se trata de una calle no demasiado ancha, con ligeras pendientes que suben y bajan y que, si se recorre desde fuera hacia dentro, ofrece en un momento dado -y de modo totalmente sorpresivo para el que la recorre por vez primera- una estampa difícil de olvidar: la torre de la Catedral aparece al fondo de la calle, rotunda, elevándose hacia el cielo como un gigantesco ciprés.
Probablemente no es casualidad que Benito Pérez Galdós escribiera su célebre novela Ángel Guerra en el número 16 de esta calle, en en caserón que en algunos documentos figura como Caserón del Recurso. Se trataba de una pensión regentada por las hermanas Agustina y Benita Figueroa -citadas como Figueras en algunas publicaciones por un error de transcripción-. Fue el lugar que le recomendó su buen amigo el pintor Ricardo Arredondo. Sin duda, encontrar la inspiración para escribir es más sencillo si a uno le rodean estampas como esa. Desde 1923 figura en esa casa una placa en memoria del genial escritor canario. Fue colocada el dia 15 de abril de ese año por la asociación "Amigos de Galdós" encabezados por Gregorio Marañón -que fue quien costeó la placa- y Ramón Pérez de Ayala, entre otros destacados intelectuales y artistas.
Como es lógico, esta perspectiva fue descubierta por algunos de los primeros fotógrafos en el siglo XIX, como por ejemplo Casiano Alguacil que la inmortalizó precisamente en la época en que Galdós frecuentaba esta calle. Es bonito imaginar que don Casiano y don Benito pudieran cruzarse aquel mismo día...
A comienzos del siglo XX la estampa fue profusamente fotografiada:
A mediados del siglo XX, comenzaron a aparecer imágenes de este lugar a color, con novedades en algunos casos como la primera iluminación de la Catedral o la presencia de las primeras vespas, aunque aún algunas tenían un aire antiguo con la presencia de burros en la calle:
En mayo de 1962 mi abuelo Eduardo Butragueño Bueno tomó esta preciosa fotografía:
Sirva esta entrada para cumplir con la intención de la placa que aún sigue allí colocada, y que finaliza con las palabras "Pasajero: no pases delante de mí con indiferencia. Numen Inest" (la expresión final en latín podría traducirse como "aquí se oculta la divinidad" o "aquí mora una divinidad"). Que estas fotografías y esta historia sirvan como humilde homenaje a esta calle y a Galdós, en este año que se cumplen 120 años de la publicación de la primera parte de Ángel Guerra sin que se haya hecho nada a nivel institucional para recordarlo.
La Calle de Santa Isabel en Google Maps:
Ver Toledo Olvidado en un mapa más grande
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