Célebre por su rico pasado histórico, el enorme Palacio de Fuensalida es uno de los edificios más emblemáticos de Toledo. Construido hacia 1440, se trata de un soberbio palacio mudéjar con claras influencias góticas. Sus promotores fueron los primeros Condes de Fuensalida, Pedro López de Ayala y Elvira de Castañeda. Entre sus muros falleció Isabel de Portugal, esposa del emperador Carlos V, el día 1 de mayo de 1539. Por aquel entonces la corte de la reina vivía en el palacio mientras duraban las obras del Alcázar. El fallecimiento de Isabel en el Palacio de Fuensalida hundió al Emperador, que se retiró al Monasterio de La Sisla y posteriormente al de Yuste. En el traslado del cadáver desde Toledo hasta Granada -donde fue enterrada- sucedió la conversión de San Francisco de Borja. Él fue el jefe de la comitiva fúnebre como caballerizo de la Emperatriz que era. Al llegar a Granada, debía abrir el féretro para hacer entrega del cuerpo a los monjes que iban a enterrarlo. Fue entonces cuando, al contemplar el cuerpo descompuesto de Isabel, pronunció su famosa frase: «No puedo jurar que ésta sea la Emperatriz, pero sí juro que fue su cadáver el que aquí se puso». Después de este traumático suceso, decidió optar por la vida religiosa y cuando enviudó de la dama portuguesa de la Emperatriz, Eleanor de Castro, ingresó en la Compañía de Jesús.
Posteriormente el edificio tuvo muchos usos, entre los que destaca el de cuartel del batallón la milicia provincial. Sixto Ramón Parro, en el siglo XIX, comenta su uso en alquiler para vecinos y como almacén de maderas.
Por fortuna, en 1964, se hace cargo del edificio la Dirección General del Patrimonio Artístico, que lo restauró inaugurándolo en 1969. Actualmente alberga la sede de la Presidencia de la Junta de Comunidades.
Sus fotografías más antiguas datan del siglo XIX. Sin lugar a dudas, la mejor de todas ellas es esta tomada en 1897 por el granadino Rafael Garzón. Pueden apreciarse todos y cada uno de los detalles de la preciosa portada:
También a finales del siglo XIX el palacio fue fotografiado por Casiano Alguacil o Alexander Lamont Henderson:
Ya a comienzos del siglo XX fue también fotografiado de modo brillante por varios autores:
Muy curiosa resulta esta imagen del palacio con un cartel de una academia de formación militar allí instalada: la famosa Academia Gamir:
Es muy destacable esta fotografía tomada hacia 1915 por Arthur Byne y conservada en la Hispanic Society of America. Su interés radica en la personalidad del autor: Byne pasó a la historia como uno de los mayores expoliadores de arte que asolaron España en los comienzos del siglo XX.
A él se debe el desmontaje y -en ocasiones- traslado íntegro de impresionantes monumentos como el Convento de San Francisco de Cuéllar (Segovia), el Monasterio de Santa María de Sacramenia (Segovia), el Castillo de Benavente (Zamora), la reja de la Catedral de Valladolid, la sillería del coro y un arco de jaspe de la catedral de la Seo de Urgel (Lérida), diversa ornamentación del Monasterio de Santa María de Moreruela (Zamora), el Monasterio de Santa María de Óvila (Guadalajara) y más de 80 artesonados hispano-musulmanes, probablemente alguno de ellos de Toledo. Curiosamente, Arthur Byne era también famoso por ser muy ruidoso en las múltiples reuniones de amigos que celebraba en su casa de la calle Gravina en Madrid. Quiso el destino que su atormentado vecino fuese Juan Ramón Jiménez, quien solía aporrear la pared para pedirles silencio. En una de estas noches, al escritor le llamó la atención entre tanto escándalo una voz femenina. Se propuso averiguar quién era la dueña de esa voz y resultó ser Zenobia Camprubí, que finalmente acabaría siendo su esposa.
Esta casualidad debió ser una de las pocas cosas positivas que dejara la presencia de Byne en España. Impostor y dado al soborno -se hacía pasar por arquitecto sin serlo- consiguió poderosas amistades e incluso fue condecorado durante el gobierno de Primo de Rivera.
Byne murió en un accidente de coche en Ciudad Real, en julio de 1935. Su obituario en ABC demuestra a las claras la reputación que increíblemente había logrado ganarse:
Los restos de Byne descansan en el cementerio inglés de Carabanchel.
Pero volvamos al Palacio de Fuensalida. Algunas de las mejores vistas del edificio a comienzos de siglo fueron tomadas desde el cercano Paseo de San Cristóbal. Se trata de uno de los mejores miradores de la ciudad y uno de los lugares que más ha cambiado desde las primeras fotografías. Las más antiguas muestran un paseo mucho más estrecho de lo que es hoy. Existía una doble bajada en rampa que acababa en dos mojones coronados por una bola de piedra. Al fondo podemos ver el Palacio de Fuensalida (click para ampliar):
En los años 40 el paseo fue ampliado tomando terreno del frontal del paseo:
La última ampliación y remodelación, de los años 80, suprimió las rampas y abrió la cuesta a los vehículos por donde hoy se accede al Taller del Moro. Esta imagen está tomada poco antes de la supresión de esas rampas peatonales:
La primitiva configuración con rampas es la que aparecía en las impresionantes imágenes de Albert Einstein en 1923 y que recordaréis que tanto me costó identificar:
Esas dos bolas que existían al fondo de las rampas fueron fotografiadas por mi abuelo en los años 20 cuando era solo un adolescente:
Desde el Paseo de San Cristóbal, antes de ser remodelado, fue tomada esta interesantísima imagen que nos muestra una procesión bajando desde la Plaza del Conde:
Mi abuelo también retrató en los años 20 el Palacio de Fuensalida visto desde el Paseo del Tránsito:
A mediados de siglo, en 1964, el Palacio de Fuensalida fue escenario de algunas escenas de la Película "El Greco", que fue estrenada en 1966. Dirigida por Luciano Salce, protagonizada por Mel Ferrer y Rosanna Schiaffino y con música de Ennio Morricone, el film no obtuvo el éxito previsto.
Estas son algunas de las imágenes tomadas en el Palacio de Fuensalida, donde al parecer se recrearon también algunas escenas con enfermos del manicomio como ya hiciera pocos años antes Gregorio Marañón:
Aquí tenemos a los dos protagonistas en la Playa de Safont:
Este era el aspecto del Palacio en esos años de mediados de siglo:
En 1970, al finalizar la restauración, se publicó un interesante reportaje en la revista Blanco y Negro con buenas fotografías de José Sánchez Martínez:
Este es un reportaje de 1979:
Estas son imágenes de la restauración llevada a cabo para su adecuación como sede de la Presidencia de la Junta:
Sirva esta entrada como celebración de la nueva restauración recién finalizada del edificio y que al parecer ha dejado por fin el palacio en un estado óptimo. Un edificio con tal historia merecía una actuación de este nivel.
El Palacio de Fuensalida en Google Maps:
Ver Toledo Olvidado en un mapa más grande
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11 comentarios
Magnífica entrada Eduardo y muy documentada como acostumbras. Recuerdo la restauración de 1969 pues unos años después hice algunas fotos allí.
La de Einstein de 1923 impresionante, como la procesión y la colección de ABC, nos dejas sin palabras.
Enhorabuena!!!
Muy chula la entrada, Edu. Y muy curiosa la anécdota de Arthur Byne y Juan Ramón Jiménez. Como siempre, aprendiendo cosas nuevas contigo. Un besazo. Mimi.
La entrada ha sido actualizada con bastantes nuevas fotografías.
Mil gracias a los colaboradores...
Hubo un tiempo que, al igual que sucediera con el contiguo Taller del Moro con el que se comunicaba, el Palacio de Fuensalida también lo hacía con la vecina Calle de Santo Tomé a través de un amplio zaguán, a modo de patio pasadizo que desde la calle permitía el acceso al propio patio del Palacio. Y traigo a colación este recuerdo porque en este pasadizo estuvo ubicada durante muchos años, consecuencia quizá de su antiguo uso militar, la Zona de Reclutamiento. Todos en Toledo la conocíamos como “la Zona”.
Y era un lugar que concitaba entre la población sentimientos muy encontrados. Me explico: Allí tenía lugar todos los años el “sorteo de los quintos”, que no era otra cosa que el reparto de destinos de todos los “mozos” de la provincia que al año siguiente se habrían de incorporar a hacer el servicio militar. Por supuesto, obligatorio. Era un día en el que las calles de Toledo, sobre todo las de ese barrio, se llenaban de una especie de jolgorio general procedente de todos los pueblos de la provincia. Allí era cosa de ver a todos los “quintos”, callejeando por toda la ciudad entre coplas pueblerinas y trompetas disonantes, acompañados de familia, novias y amigos, provistos de botas rezumantes de vino peleón y de toda clase de viandas en esportillos y tarteras, y ataviados en solapas y bocamangas con escarapelas y moñas. Pero no para todos terminaba bien del todo el día. Era casi un drama, que apenas se podía disimular entre aquella algarabía, el que pesaba sobre aquellos que en el sorteo habían salido destinados para Ceuta o Melilla, plazas africanas en nuestro Ejército de entonces tenidas por indeseable y hasta temible destino. Se consideraba como una especie de desgracia familiar en forma de destierro. La verdad es que, transcurrido el tiempo, los destinados a esas plazas, cargados a su regreso con un pintoresco anecdotario, hasta terminaban presumiendo de ello y recordaban aquellos días de su juventud, amen de la distancia y otras penurias, con una vaga nostalgia y hasta con un punto de patriótico orgullo. Más o menos, igual que hoy. De oírselo referir, yo, al menos, así lo recuerdo del destino melillense de mi querido padre que, a buen seguro, en algún día de sus veinte años andaría en la cola que se formaba en aquel zaguán que comunicaba Santo Tomé con el Palacio de Fuensalida. “Toledo olvidado”, una vez más, nos permite reavivar estos amables recuerdos.
Ricardo, ese pasadizo ha seguido existiendo todos estos años,que comunica con el patio, así como la unión con los Jardines del Moro por detrás. Creo que con la reciente restauración sigue igual.
Curioso lo los quintos, no lo conocía, en mis tiempos ya se hacía abajo junto a la Farmacia Militar, la "Zona" que llamábamos. Junto a los de Ceuta y Melilla estábamos también -igual de contentos- los del Sahara. Indefectiblemente a todos los "prórrogas" por estudios, nos tocaba "por sorteo" allí. Corría el año 74 ¡cosas!
Muchas gracias por tus exquisitos y enriquecedores comentarios.
Pues a mi me ha traído otro recuerdo, menos militar, y más entrañable. Se trata de la primera celebración de "alto copete" que tengo en la memoria: ni más ni menos, porque el autor de este blog (corrígeme, papá, si me equivoco) celebró su bautizo en lo que era el restaurante contiguo. La foto de esas impresionantes bóvedas de ladrillo me lo ha revivido. Igualmente, bastantes años después, un lugar delicioso donde he compartido desayunos de domingo con mi amor, mis niñas, y mis amigos.
PD: ¿Alguien sabría explicar la relación de Fuensalida y Manila?
http://www.edolo.es/edolo_dossier.pdf. En este enlace podrán ver las distintas actuaciones que han realizado en el Palacio de Fuensalida en alfarjes, artesonado, yeserias, nacelas, capiteles, portadas, ect....
Un saludo
Hola a todos, no conocía este palacio hasta hace poco, pues estoy investigando acerca de los Palacios de Medina del Campo (Valladolid) y casualmente su distribución y arquitectura recuerda mucho a un de los medinenses. ¿Tienen alguna planta arquitectónica que me pudieran enviar? Si es así se lo agradecería infinitamente. Mi dirección es: tergarzur@gmail.com.
Muchísimas gracias de antemano.
Un saludo.
Teresa.
Curioso que hubiera allí una academia. Además, en la prensa de la época se puede seguir su cambio de nombre (resumo detalles):
1914? "Academia GÁMIR. Preparatoria para carreras militares - Director: Comandante D. Mariano Gámir" Ulibarri (Madrid 1877 - Valparaíso de Abajo, Cuenca 1962). "Ex Profesor de la Academia de Infantería durante siete años". Luego sería su director en 1932. Republicano, exiliado a Francia hasta 1955.
"1919 Academias FRIAS. Preparatoria militar. Teléfono 103". En ese año figuraba como alumno de la Academia de Infantería D. José Frías González-Novelles, nacido en 1901 Lérida, republicano exiliado a la Unión Soviética hasta fecha desconocida.
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