Se puede decir que la relación entre el agua y Toledo cambió en 1948. La ciudad hasta entonces había sufrido la terrible paradoja de estar cercada por agua, y al mismo tiempo, tener enormes dificultades para disponer de ella. El gran Luis Moreno Nieto lo explicaba muy bien: "Veinte siglos sufriendo el suplicio de Tántalo: a dos dedos del agua del Tajo y sin poder beber". Bien es cierto que durante ciertos periodos de la historia, Toledo tuvo abastecimiento hidráulico: los romanos obtuvieron suministro desde la presa de Alcantarilla en el arroyo Guajaraz que era canalizada hasta terminar en Toledo en un gran acueducto; en el renacimiento fue Juanelo Turriano quien consiguió elevar el agua del Tajo con su célebre Artificio; en 1863 Luis de la Escosura llevó el agua de los manantiales de Pozuela a los depósitos de la Plaza de San Román; en 1870 López Vargas eleva mediante turbinas el agua del Tajo hasta la ciudad; en 1925 se conduce a la ciudad agua procedente de Burguillos.
Sin embargo, todos estos abastecimientos terminaron por arruinarse por causas muy diversas: guerras, declives económicos, problemas técnicos, escasez de caudales, mala calidad de las aguas y así un largo etcétera.
Hasta que llegó el año 1948 en que fue culminado un viejo proyecto gestado un siglo antes. Con una inversión de 30 millones de pesetas se ejecutó una conducción de 62 kilómetros de longitud desde el embalse del río Torcón ejecutado con tal motivo y ubicado en los Montes de Toledo, entre Navahermosa y Menasalbas. El ingeniero autor del proyecto fue Don Angel Ortiz Dou. Para los que, como yo, seáis amantes de la ingeniería será de mucho interés ver la descripción completa del proyecto en este enlace en un documento del propio Ortiz Dou de 1947, antes de la finalización de las obras. Las principales ventajas de esta obra radicaban en la ausencia de bombeos pues el agua descendía por gravedad desde el embalse hasta Toledo y en la buena calidad del agua de los Montes de Toledo.
La obra supuso todo un hito para Toledo, que vio en plena posguerra cómo uno de sus seculares problemas desaparecía y que permitió por primera vez que todas las casas de la ciudad pudieran contar con agua corriente. Este proyecto acabó para siempre con la profesión de azacán o aguador y también con las interminables colas en las escasas fuentes de la ciudad.
Os traigo hoy gracias a la generosidad de Javier Felage fotografías de gran valor artístico y documental que muestran varias fases del proyecto. Comenzaremos por ver las correspondientes a la conducción de 62 kilómetros en varios puntos:
Este grupo de preciosas imágenes muestra el aspecto de los depósitos del Cerro de los Palos antes de ser llenados por primera vez:
La llegada del agua del Torcón a miles de casas que anteriormente no disponían de agua corriente obligó pocos años más tarde a remodelar toda la red de alcantarillado que estaba completamente obsoleta o directamente no existía. En estos trabajos el alcalde Luis Montemayor aprovechó para pavimentar toda la ciudad. Estas obras comenzaron en 1955 y se prolongaron alrededor de una década. En estas llamativas imágenes tomadas hacia 1955 vemos las obras de canalización de tuberías y alcantarillado en varios puntos de la ciudad como la Calle Ancha (Calle Comercio), Zocodover, Calle Toledo de Ohio (Cuesta de Belén) o Plaza de Solarejo:
Aquí vemos los trabajos de canalización cerca del Puente de Alcántara, probablemente para conducir el agua a la futura Academia de Infantería:
En octubre de 1948 comenzó a funcionar el nuevo suministro, que fue inaugurado por el entonces Jefe de Estado Francisco Franco el 25 de noviembre de 1948. Con la ciudad engalanada para tan histórico día (pocos días habrá habido en Toledo tan importantes para el bienestar y la calidad de la vida cotidiana de los toledanos) se procedió a descubrir una placa en el Ayuntamiento con la siguiente inscripción:
"El día 25 de noviembre de 1948, Su Excelencia el Jefe de Estado, Generalísimo de los Ejércitos, D. Francisco Franco Bahamonde, inauguró el abastecimiento de agua potable del río Torcón para la Imperial Ciudad.
Toledo mandó poner esta inscripción como testimonio de su imperecedera gratitud al Caudillo de España.
Laus Deo."
Dicha placa ha sido recientemente ocultada tras una losa de granito en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica.
En 1959 se aprobó la construcción de la depuradora que diera solución a la turbidez que las tormentas en los Montes de Toledo ocasionaban al agua:
Dos décadas después de la inauguración, las fugas en el recorrido hicieron que el agua que llegaba a Toledo fuese insuficiente por lo que se proyectó en 1969 el embalse de Guajaraz desde el que comenzó en 1971 a bombearse agua hasta los depósitos del Cerro de los Palos para complementar el suministro del Torcón:
Luis Moreno Nieto mostró sus dudas acerca de la idoneidad de esa actuación:
Sirva esta entrada para recordar que un hecho tan afortunadamente cotidiano en nuestros días como es abrir el grifo fue algo impensable en Toledo hasta no hace tanto tiempo. Que la comodidad y la rutina no nos hagan olvidar el esfuerzo y las penurias pasadas por nuestros antepasados por lograr un abastecimiento continuado en la ciudad.
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13 comentarios
Particularmente me parece muy triste que una ley que se autodenomina de "memoria histórica" borre a las actuales generaciones el único registro que permitía saber cuándo y quién permitió que en Toledo saliese agua de los grifos. Cualquiera que lea el texto de la placa puede ver que no ofendía a nadie. Salvo a las mentes enfermas a las que el sólo hecho de ver ciertos nombres escritos les produce sarpullido.
¿Borrarán todas las placas que los actuales mandatarios ponen al inaugurar obras?
¿Cuántas placas conmemorativas de obras mucho menos decisivas para el bienestar tenemos que contemplar a diario? Aquí en Barcelona os aseguro que cientos...
Saludos a todos los toledanos y Feliz Navidad de paso.
yo en su día apoyé la retirada de esta placa pero ahora al ver pruebas de la magnitud e importancia de aquel proyecto para toda de gente de entonces cambia mi opinion.
esa placa tampoco era un alegato al franquismo y era mas un recordatorio de una obra de verdad historica. lo de excelencia y generalisimo e imperecedera gratitud supongo que son cursiladas y peloteos del regimen pero que no suponen nada como para quitar un recuerdo de una obra tan importante.
a veces unas fotos hacen cambiar la percepcion de las cosas. que se quitan las placas ofensivas o hirientes pero esa no lo era.
Hola!, he llegado a este blog por casualidad. Estoy preparando una ruta por Toledo para un amigo de asturias que viene estas navidades y me ha venido muy bien la información que tienes en tu página. Por cierto, estupendas fotografías.
Llevo ya unos cuantos años viviendo cerca de la ciudad y es ahora, preparando esta ruta, cuando me doy cuenta de lo ignorante que soy, pero bueno, nunca es tarde para descubrir las maravillas de esta ciudad.
¡Saludos desde Illescas!
¡Gracias Ana!
Me alegro mucho de que el blog te sea de utilidad. Espero disfrutéis mucho la visita.
Al igual que en una anterior entrada del blog el itinerario seguido por el entierro del Cardenal Sancha nos sirvió para hacer un recorrido fotográfico por las principales calles de la ciudad, en esta ocasión hacemos ese recorrido de la mano - es un decir - de las zanjas por las que discurriría la conducción del agua del bendito Torcón, y en las que aquellas tuberías de fundición, también ellas enterradas, serían como las venas de la nueva vida que para Toledo significaba la llegada del agua. Se ve que la cosa iba de entierros, aunque también de vida.
En la primera fotografía, con la confluencia al fondo entre la Calle Ancha y la Cuesta de Belén, desde la entrada a la Calle Nueva, contamos hasta siete "accesos" sobre las zanjas que darían entrada a otros tantos locales. Entre ellos, después del comercio de la familia Nodal en su primer establecimiento, y antes de llegar a una cerería, suponemos que llevaría los inconvenientes y molestias de la obra con paciente y cristiana resignación el señor Gómez-Menor, titular de la librería, ya desaparecida, con más arraigo en Toledo, y regentada hasta última hora por su hijo, nuestro buen amigo don Juan Gabriel.
Ya en la siguiente foto, con desmadre casi caótico en toda la calle, sobre esos tablones podríamos haber accedido antes a la juguetería de don Lucas Zarco, de quien un amigo mío decía que era "el tío más cojonudo de Toledo", porque nada más amanecer Dios colocaba sus pelotas en una barra exterior del establecimiento para ser exhibidas para su venta, y convertirse en objeto del deseo de toda la chiquillería toledana que ya soñaba con ser ases del balompié. El bueno de don Lucas, en su microscópico cubículo, podía presumir, desde luego, de concentrar, en inverosímil apretura, la mayor densidad de juguetes por metro cuadrado de toda Castilla la Nueva, que es como entonces se llamaba ésto.
Pero en la foto podemos identificar también - y es digno de mención porque es de los pocos que todavía subsiste - el comercio del señor Ortega, dedicado a papelería y objetos de escritorio, casi inmediatamente contiguo, en esa misma acera, al histórico estudio fotográfico de los Hermanos Rodríguez, tantas veces protagonista de este blog. ¿Sería Pepe, el más joven de la saga Rodríguez, la persona que, con camisa blanca de manga corta, aparece a la izquierda, casi en primer plano? Me queda la duda. No soportaban ni los Rodríguez ni Ortega, al menos por lo que se ve en la foto, el martirio de los tablones que, con motivo de las obras y para entrar en sus comercios, en intrépido equilibrio, debían hacer el señor Villarrubia, titular de una de las joyerías más afamadas de la ciudad, ni los propietarios de La Favorita, mercería especie de Arca de Noé donde se podía encontrar desde el más sofisticado botón o pieza de pasamanería hasta la más codiciada ballena para el corsé de alguna opulenta dama necesitada de disimular en algo su aparatosa obesidad.
Nada me podría hacer pensar entonces que, pasados bastantes años, mis andanzas de chiquillo toledano que a duras penas empezaba a teclear en la vieja Underwood de mi padre las iba a trasladar nada menos que un invento de la informática, del que, por cierto, continuaré en otro inmediato comentario
Y como lo prometido es deuda, prosigo con ese recorrido que nos sugieren las fotos. Al final de la Calle Ancha, y en esa misma acera que describía en mi anterior comentario, ya casi en Las Cuatro Calles, también debieron pasar lo suyo con motivo de aquel galimatías de las obras de las aguas del Torcón, don Tomás Sierra, en su tienda de telas y tejidos, y el padre de mi entrañable amigo y compañero Paco Gómez Cañamero, que administraba allí, siempre con su blusón gris, un modesto y diminuto estanco con una cordialidad en su eterna sonrisa en la que, aunque la cosa no tuviera mucho que administrar, jamás asomaba gesto alguno de cansancio o malhumor.
En las siguientes fotos, y por no hacer más extenso el comentario - en este caso, sólo apto para toledanos empedernidos -, el recorrido de las tuberías con el preciado líquido, nos señala como hitos bien reconocibles y recordados los comercios de óptica y relojería de los señores Hurtado y Perea, donde muchos de nosotros recibimos el regalo de nuestro primer reloj o quedamos sometidos para siempre a la servidumbre de unas gafas, el flamante nuevo establecimiento de la firma Nodal, la hornacina con la imagen de La Virgen en la cuesta de Belén, (que en aquel momento debía estar la pobre muy ocupada en proteger a un caballero con sombrero y gabán, empeñado en un arriesgado equilibrio sobre uno de los tablones que daba acceso a la Caja de Ahorros y Monte de Piedad), Zocodover convertido para tan fausta ocasión en un almacén al aire libre de tubos y sacos de cemento, la Plaza del Solarejo, con las puertas de La Bóveda, una de las cafeterías más veteranas del comercio de Toledo, abiertas de par en par y atendida entonces con desbordante simpatía y excelente buen humor por nuestro gran amigo Isidoro, principal responsable de nuestra temprana condición de "churroadictos". Debía estar sacada la foto desde el también desaparecido Centro de Periódicos o quizá desde el escaparate de La Camisería Imperial, propiedad de la familia Navarro, y otra de las mejores tiendas de la Calle Ancha durante mucho tiempo, en aquel comercio toledano, doméstico y familiar, en el que, a pesar de estar en pleno franquismo, no había ninguna franquicia.!Qué gran gente aquella de aquel buen Toledo! Todos, quizá cargados todavía con recuerdos recientes, cada cual con los suyos, pero tal vez ajenos ya a odios y rencores, sobrellevaron con alegre desenfado, con rechiflas y chirigotas a veces pero con ilusionada esperanza siempre, las molestias de aquella magna y meritoria obra de traída de agua potable y en abundancia desde el pantano de El Torcón.
Por encima de otras mezquindades, dediquemos un amable recuerdo a aquellas buenas gentes, que hoy, en este dificultoso caminar fotográfico ente tablones y zanjas, me he permitido traer a la memoria.
Antes de que termine la semana en la que se ha producido su tránsito, no quiero dejar de expresar un recuerdo emocionado a la excepcional persona que era don Miguel Larripa Martínez-Díaz, que nos ha dejado en estos días. En alguna ocasión anterior ya le había hecho aparecer en estos comentarios de "Toledo olvidado". Casi todos los toledanos de mi generación - también de otras posteriores -, que en nuestros estudios de ciencias o ingeniería nos enfrentábamos a la aridez de las matemáticas, encontramos en las enseñanzas de don Miguel, en su estudio de la Plaza del Padre Juan de Mariana o en el cigarral familiar de Ntra. Sra. de Guadalupe, el relativo convencimiento de que el Análisis Algebraico no era cosa tan inaccesible como, absolutamente impotentes y atemorizados, nos lo parecía al abrir las primeras páginas del Rey Pastor. Tal vez fuera porque el profesor Larripa añadía a su ciencia su inefable bondad, haciendo así cierto en su persona aquella máxima de comportamiento en la vida, que tantas veces yo había oído en labios de mi padre, como un reclamo moral de validez permanente: "Una persona inteligente solo puede ser una buena persona". Don Miguel Larripa era de esa clase de gente. Cuando en los últimos años todavía me cruzaba con él por alguna calle toledana - La Trinidad, Santo Tomé - y comentábamos los avatares de estos nuevos tiempos, don Miguel, frente a cualquier pesimismo, solía concluir diciéndome que, de un tiempo a esta parte, su medicina infalible era "recurrir al vecino del ático". Y elevando ligeramente su bastón, le hacía adquirir una elocuente verticalidad.
Hasta ese "Atico", querido don Miguel y, sin duda, junto a ese "Vecino", queremos que le llegue nuestro cordialísimo recuerdo.
Mil gracias don Ricardo.
Enhorabuena Eduardo!!!
No quisiera hecer polémica con la "Memoria Histérica" que tiene Alzheimer para lo que interesa a los padres de esta ley, pero en vez de tapar la placa solamente ¿no deberían haber drenado también el trocón y la taída del agua?
Lo dicho, enhorabuena y adelante.
La impresionante memoria fotográfica de mi madre me ha descubierto un pequeño error: las fotos de las calles no son de 1948 sino de alrededor de 1955 y muestran sobre todo obras del nuevo alcantarillado al que obligó la masiva llegada de agua del Torcón a miles de casas. En esas obras también se cambiaron tuberías y se aprovechó para pavimentar la ciudad que -aunque a muchos os sorprenda- aún contaba con multitud de calles terrizas.
En esos siete años que van desde 1948 hasta 1955 sucedieron cosas como la colocación de cierto mobiliario urbano (señales, farolas) que no existían y que mi madre ha identificado. También le ha servido la imagen donde se ve la tienda de Nodal que en 1948 aún no estaba en la calle ancha tal como se ve en la imagen.
A ella debéis agradecer la corrección de esta entrada.
Gracias Edu por esta "joyablog". A los que amamos Toledo y creíamos que sobre esta ciudad ya se había escrito casi todo, nos sirve para descubrir todo lo que todavía encierra.
Abrazos
Gracias Toté:
Nunca estará todo escrito sobre esta maravilla hecha ciudad.
Un abrazo.
El Pueblo que olvida su historia esta condenado a repetirla.
Soy completamente apolítico, No creo en la política pues con cada mandatario entran 300 mas de ellos 150 a llenarse los bolsillos.
y 150 a intentar hacer algo, da lo mismo el partido las creencias o como se llame.
La retirada u ocultación de esta y otras placas solo contribuye a borrar la historia de una nación en este caso la nuestra.
como puse en otro hilo, no debemos de olvidar ni lo de cuando mandaba franco ni lo de antes ni lo de después.
por mal que fueran las cosas es nuestra historia No Olvidemos las cosas que pasaron, No para rencores ni venganzas, Para construir nuestro futuro.
Si fueron malas para evitar que se repitan, y si buenas para usarlas de ejemplo, con franco no todo fue malo este hilo es un ejemplo de ello.
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