Sus nombres completos eran Adolf Menet Kürsteiner y Oskar Hauser Müller, si bien en España sus nombres fueron castellanizados, siendo más habitual encontrar referencias a Adolfo y Óscar.
De Oskar Hauser Müller sabemos más bien poco en sus primeros años, desconociéndose su fecha y lugar de nacimiento exactos en Suiza. De sus últimos días, sabemos que falleció en su país natal en 1919 tras haber regresado desde Madrid a su patria para afrontar el final de la grave enfermedad que sufría.
Por su parte, de Adolf Menet Kürsteiner sí sabemos algo más: nació en la comuna suiza de Gais, perteneciente al cantón de Appenzell, en 1866, en el seno de una familia humilde y falleció en Madrid el 6 de agosto de 1927. Desde muy joven, tras terminar la primera enseñanza, se dedicó a la fotografía. Se afianzó como fotógrafo profesional inicialmente en su Suiza natal y, posteriormente, en París. Fue allí, en la capital de Francia, donde Adolf conoció a Oskar, que también era ya fotógrafo. El hecho de compartir nacionalidad y profesión ayudó a trabar una sólida amistad entre ambos.
En 1888 Adolf Menet llega a Madrid para trabajar como fotógrafo en la Sociedad Artístico-Fotográfica con sede en la calle Tetuán, mediando para que poco después también fuera contratado su amigo Oskar Hauser.

Hauser y Menet tomaron excelentes fotografías de Madrid que decidieron imprimir y publicar del modo más moderno posible en su flamante nueva fototipia. Es importante destacar que las técnicas fototípicas, creadas a mediados del siglo XIX por Lemercier y Poitevin, permitían conseguir imágenes de una gran nitidez aprovechando la propia emulsión fotográfica, lo que se potenció aún más al aparecer las placas secas de gelatinobromuro. La inversión en maquinaria que Hauser y Menet realizaron fue la clave de su éxito, consiguiendo abaratar considerablemente el precio de las fotografías gracias a las grandes tiradas que editaban, lo que se vio favorecido por la alta demanda de vistas en aquellos años, pues se puso de moda el coleccionismo de este tipo de material. Fue así como Hauser y Menet, tras el éxito de las vistas madrileñas, idearon la publicación de la célebre serie de láminas titulada La España Ilustrada al precio de 60 céntimos por lámina. Para ello contrataron al fotógrafo colaborador Francisco Pérez Linares, que viajó por España para ello.




Hauser y Menet habían creado casi un imperio editorial: la casa poseía a principios del siglo XX unas cinco mil imágenes, tomadas tanto por los dos suizos como por fotógrafos colaboradores, no solo el citado Pérez Linares, sino también Franzen, Compañy o Antonio Cánovas del Castillo (Káulak). Su producción de postales pasó de 500.000 ejemplares en 1900 a los cinco millones en 1905.


Esas primeras fotos toledanas editadas por la marca fueron, con una probabilidad casi absoluta, tomadas por los propios Oskar y Adolf, toda vez que su encomienda a Francisco Pérez Linares para viajar por España fotografiando para ellos parece ser de 1891 aproximadamente. Dada la cercanía de Toledo a Madrid, además, es más que probable que las imágenes toledanas sean coetáneas de las madrileñas, alrededor de 1890.
Sin embargo, las fotos de Toledo incluidas en la serie de láminas fototípicas de "La España Ilustrada" fueron apareciendo poco a poco, figurando en las esquinas de las mismas una fecha que no tiene por qué corresponderse con la fecha en que la imagen fue tomada sino con la de edición de la publicación, lo cual complica bastante el poder asegurar que las imágenes toledanas con fechas de 1891 en adelante fueran obra de los socios suizos y no del fotógrafo contratado Pérez Linares. Sin embargo, yo me inclinaría a apuntar que todas las fotos de Toledo incluidas en estas láminas fueron obtenidas de manera simultánea en 1890 por Hauser y Menet, y que las fueron publicando poco a poco en los años siguientes. Para afirmar esto me baso en la similitud de estilo, la luminosidad coincidente, la época del año que se adivina idéntica en todas las fotos y también ciertos detalles, como el aspecto del Alcázar, completamente desmochado como consecuencia del incendio de enero de 1887, sin muchos atisbos aún —más allá de algunos andamios en la parte superior— de las obras de restauración que le devolvieron poco a poco su aspecto hasta la finalización de las obras hacia 1900. También sirven como prueba los detalles que muestran las vistas tomadas desde el oeste, pudiendo observarse en obras dos edificios muy representativos levantados hacia 1890: el nuevo matadero y la fábrica de harinas San José.














































