Nuestro protagonista de hoy, Constantino Garcés y Vera, nació en Castellón en 1861 (dato que conocemos gracias a Rafael del Cerro). Siendo muy joven, casi un niño, le encontramos nada menos que en Filipinas, territorio por entonces español, desarrollando tareas de "ayudante de montes" al servicio del Estado. Con la denominada "composición y venta de terrenos" emprendida en Filipinas, muchos montes de propiedad estatal dejaron de necesitar ser gestionados por lo que el joven Constantino hubo de dedicarse a labores privadas para reunir el dinero con el que regresar a España. Ya de vuelta, sus comienzos no fueron sencillos como profesional independiente, por lo que decidió volver a intentar trabajar al servicio de la administración. Para ello, ingresó en el Instituto Agrícola de Alfonso XII para formarse como perito agrícola, aprobando sus estudios de segundo año en 1882. Tras ello, tuvo su primer contacto con la prensa, haciéndose cargo muy brevemente de la administración y oficinas facultativas de la revista La Reforma Agrícola. Muy poco después, también en 1882, fue llamado como ayudante de la estación vitícola de Ciudad Real.
Debió estar muy poco tiempo en tierras manchegas pues pronto logró ingresar en el Servicio Agronómico de la Provincia de Toledo, marcando este hecho su llegada a la vieja ciudad castellana, de la que ya no se separó nunca, naciendo en él un profundo amor hacia ella que le llevó a emprender multitud de iniciativas muy diversas. En Toledo fue también jefe de bomberos, si bien su vida estaba predestinada a pasar a la posteridad en el campo del periodismo, donde llegó a ser una referencia a nivel local.
Fundó y dirigió la publicación titulada La Campana Gorda entre 1892 y 1916 en sus diferentes fases con frecuencias de publicación dispares, desde semanal ("Sonará los jueves" indicaba en esa etapa su portada haciendo referencia al día de la semana en que salía a la calle) hasta mensual. Esta publicación llegó a ser una de las de mayor arraigo e influencia en la ciudad, y se caracterizó siempre por su intento de incorporar las vanguardias tanto tecnológicas —fue probablemente la primera publicación local en usar habitualmente fotografías en sus páginas—, como estilísticas y de diseño, con un enfoque fresco y cercano que hacía las delicias de los lectores.
Constantino Garcés fue también corresponsal de ABC en Toledo y su gran prestigio profesional le llevó tanto a fundar la primera Asociación de la Prensa Toledana en 1914 como a ser nombrado, más adelante, decano de los periodistas toledanos en reconocimiento a su trayectoria. Fue también miembro destacado de la comisión encargada de la celebración del III Centenario del Greco.
Fue probablemente ese espíritu inquieto y emprendedor que ya apuntaba en Filipinas siendo muy joven, lo que le llevó a complementar su labor periodística de redacción con la faceta que hoy más nos interesa: la de excelente fotógrafo. En esta labor ejerció tanto el reporterismo, inmortalizando muchos sucesos y acontecimientos de la vida toledana de los primeros años del siglo XX, como la fotografía más artística, obteniendo estampas de mucho mérito desde el punto de vista estético.
Estamos, por tanto, ante todo un personaje clave en la evolución del periodismo y de la fotografía de la ciudad que creo que, hasta la fecha, ha sido injustamente poco abordado en los diferentes trabajos relativos a estos campos.
Esto puede ser debido a la gran dispersión y variedad de su amplísimo legado fotográfico, que no se ceñía en absoluto a la obtención de fotografías para su periódico La Campana Gorda, sino que se empleó a fondo para diversificar los soportes en los que sus imágenes podían ser contempladas. Uno de los más destacados fue el de las tarjetas postales, especialidad en la que llegó a tener en circulación decenas de fotografías toledanas tomadas por él y publicadas tanto en series editadas por él mismo, como en colaboración con otras casas de postales como fueron Fototipia Laurent o Edición Menor, y probablemente alguna más que solo la investigación podrá desvelar en el futuro. Asimismo, se lanzó a la publicación de libritos como su maravilloso Álbum-Guía de Toledo editado en 1904 con 46 estupendas fotografías y un mapa en su interior.
Constantino Garcés falleció el 9 de septiembre de 1922 dejando un gran vacío en el panorama periodístico de la ciudad de Toledo.
Una de sus fotos más bellas es esta deliciosa estampa de agosto de 1906 en la fuente que existía en Zocodover por aquel entonces. Varias mujeres y algunos niños se agolpan con sus cántaros, algunos de los cuales descansan sobre el poyete de la plaza. Debió ser tomada para el diario ABC en su calidad de corresponsal de este diario, pues en su fototeca se conserva el archivo original.
De su extensa serie de postales, editadas tanto de manera independiente como en colaboración con diferentes editoriales, os he seleccionado una serie de vistas. Comprobaréis que era un estupendo fotógrafo, capaz de transmitir el encanto de Toledo y sus monumentos, con excelentes vistas también con el río Tajo como protagonista.
Su serie de postales con fotos coloreadas es muy peculiar:
De su faceta de reporterismo, he seleccionado algunas curiosidades. La primera de ellas es el debut con solo 11 años de Marcial Lalanda en la plaza de Toros de Toledo.
El Tajo y la vida asociada a él, muy presente en su obra fotográfica:
Es interesante también ver cómo Garcés inmortalizó las colas de mujeres por el pan o este incendio en Toledo.
La vida de Zocodover en la señalada fecha en que eran hechos públicos los nombres de los admitidos a ingresar en la Academa de Infantería:
Como corresponsal de ABC logró otras interesantes fotos:
En definitiva, estamos ante una importante pieza en el rompecabezas de la fotografía histórica a caballo entre los siglos XIX y XX. Aunque he tardado demasiados años en dedicarle una entrada específica en el blog, espero que haya merecido la pena.
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