Fueron, por tanto, más de 25 años en los que este paseo acogió la pintoresca reunión semanal de vendedores, marchantes y toledanos (sobre todo, toledanas) de toda edad y condición que constituye el Martes.
Hay que recordar, además, que aquellas décadas de los años 70, 80 y 90 contemplaron multitud de cambios sociales como el fin de la dictadura y la llegada de la democracia, y también comerciales, como la irrupción masiva de nuevos productos que anteriormente no se encontraban en el mercadillo como por ejemplo las cintas magnetofónicas, las camisetas con contenido o mensaje, la irrupción de las imitaciones de marcas famosas y un largo etcétera de objetos que convivía con la parte más tradicional que aún subsistía como los puestos de cerámica para el menaje diario del hogar, algo cada vez más escaso en los mercadillos de hoy.
Tenía, por tanto, pendiente publicar una entrada dedicada en exclusiva al Paseo del Carmen con tal motivo, y hoy por fin puedo ofrecérosla. En primer lugar, es necesario introducir brevemente la historia fotográfica del emplazamiento, denominado como Paseo del Carmen por ser el lugar en el que se levantó en siglos pasados el célebre convento del Carmen Calzado.
Su origen se remontaba al siglo XIV, cuando entre 1332 y 1338 se ceden a los monjes del Carmelo tanto el templo mozárabe de Santa María de Alficén como otros terrenos y edificios próximos, donde se construyó el convento que hoy nos ocupa. Fue el más importante de la orden en toda Castilla y fue célebre entre otras cosas por ser el lugar en el que estuvo preso San Juan de la Cruz desde diciembre de 1577 y hasta agosto de 1578 por ayudar a Santa Teresa de Jesús en la reforma de la orden entre los miembros masculinos. Tras ocho meses de encierro, logró fugarse descolgándose por un balcón de la zona norte del edificio, saltando al huerto que lindaba con el convento de la Concepción, donde se refugió. Durante su cautiverio escribió las treinta y una primeras estrofas del famoso Cántico espiritual, así como varios romances y el precioso poema de la fonte, textos que recitaba y cantaba para consolarse.
En 1595, el IV Conde de Fuensalida contribuyó a la importante reforma, ejecutada bajo las trazas de Juan Bautista Monegro, que supuso la reconstrucción de parte de la iglesia, así como la construcción de una cripta bajo el altar mayor que le sirviera tanto a él como a su familia de lugar de enterramiento.
Por desgracia, y como le sucediera a tantos y tantos edificios toledanos, entre 1809 y 1812, durante la invasión francesa las tropas de Napoleón saquearon e incendiaron la iglesia y el convento, destruyéndolo casi totalmente. La ruina del convento trajo también la de otro de los elementos que daban fama al edificio, como era la capilla de Nuestra Señora de Soterraño, donde estaba enterrado el ingeniero y relojero cremonés Juanelo Turriano, a escasos metros de donde se levantara su mundialmente conocido Artificio, que elevaba las aguas del Tajo hasta el Alcázar y otras zonas de la ciudad.

Es precisamente en esta época cuando el edificio, aunque ya ruinoso por efecto de desamortizaciones y abandono, llegó a ser fotografiado en pleno proceso del progresivo derribo efectuado por Safont, lo que nos permite ver al menos parcialmente el convento en algunas de las primeras fotografías tomadas en la ciudad a mediados del siglo XIX. En ellas es visible un chapitel y parte de sus muros, que se asoman al cortado del Tajo en esta zona este de la ciudad en lo que fuera parte del recinto del Alficén en época islámica.
Las más antiguas son las tomadas en 1852 tanto por Felix Alexander Oppenheim como por Edward King Tenison:























































Afortunadamente, hace pocos años decidió prohibirse el aparcamiento en el paseo, recuperando su carácter de parque. Sin embargo, nunca se ha efectuado la necesaria replantación arbórea que el lugar necesita. Esperemos que pronto se acometa esta plantación porque el centro histórico necesita árboles y verdor con carácter urgente.