No fue sin embargo así en un pasado aún reciente: Castilla fue para los miembros de la Generación del 98 una de sus mayores fuentes de inspiración. De este modo Castilla formó parte esencial de la obra de genios de la literatura como Antonio Machado, Azorín, Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Blasco Ibáñez o Jacinto Benavente.
La influencia de este grupo de intelectuales llegó a otros campos como por ejemplo la pintura. En aquellos años, uno de los pintores más destacados del panorama nacional era el valenciano Joaquín Sorolla y Bastida.

Aunque sus relaciones con los miembros de la Generación del 98 no fueron siempre idílicas -especialmente por las diferencias entre los temas abordados en sus cuadros y las ideas regeneracionistas de los miembres de este grupo, más interesados en abordar los graves problemas del país- Sorolla entabló amistad con varios de ellos como Blasco Ibáñez (también valenciano) o Azorín, y retrató a muchos de sus miembros y simpatizantes.
Estas influencias mutuas hicieron que Sorolla también comenzara a mostrar gran interés por Castilla, especialmente animado por otros pintores como Aureliano de Beruete -que pintaba asíduamente en Segovia y en Toledo-. De este modo Sorolla, hasta entonces básicamente interesado como buen valenciano en exteriores ligados al mar, comenzó a enamorarse del paisaje y el paisanaje castellano, siendo capaz como pocos de atrapar su esencia en trabajos desarrollados no solo en Toledo sino en Segovia, Ávila, Burgos y otras muchas localidades castellanas.
Se sabe por una carta enviada por Sorolla a su mujer Clotilde que ya estaba en Toledo el día 21 de octubre de 1906, acompañado por Beruete, que siempre venía a Toledo a pintar en otoño y se alojaba (¡cómo no!) en el Gran Hotel de Castilla (comúnmente conocido como Hotel Castilla) de la toledana plaza de San Agustín. La impresión que causó Toledo en Sorolla debió ser inmensa, pues en su corta estancia hasta el 4 de noviembre pintó nada menos que veinte lienzos y bocetos. Como muestra de su idilio con la ciudad sirvan estas palabras del pintor en la carta a su esposa:
«Este pueblo, instalado una larga temporada, podría ser muy importante para el arte español, modestias aparte. Aquí, y no en Madrid, deberíamos vivir los que nos dedicamos a la pintura, pues nada hay en Italia y Bélgica que lo iguale; hoy mismo he visto el hospital o la iglesia de Santa Cruz, y me he quedado con la boca abierta. ¡Cuánta hermosura! ¿Qué sería de este pueblo en tiempos de Carlos V? En fin, no hay sino deplorar la incuria y la miseria de España (...). Todo desaparecerá, pues lo absorbe todo Madrid, y esto es albergue de cadetes, curas y de pobres que no dejan de andar por las calles.
(...) Es una poesía la que hay en Toledo, un misterio tan profundo, que sin esfuerzo vives en pleno siglo XVI.»
De esta primera visita de Sorolla a Toledo se conservan en el Museo Sorolla varias fotografías en las que aparece el pintor con su mujer e hijos mientras pintaba alguna de sus obras maestras. Constituyen documentos históricos de enorme valor no ya solo por su antigüedad sino por permitir ver al pintor desarrollando su labor creativa en aquellos intensos días en lugares perfectamente identificables por los que hoy pasamos a diario.
De todas las fotografías es probable que la más simbólica sea en la que aparece el pintor con su mujer e hijas -puede que el fotógrafo fuese su hijo Joaquín- pintando nada menos que su célebre "El ciego de Toledo" hoy propiedad del Meadows Museum en EE.UU. y que se expone estos días en la estupenda exposición de la Fundación Mapfre. Como se puede apreciar con claridad, Sorolla pintó el cuadro en la Bajada de Doce Cantos:


Otra estupenda fotografía es esta en la que vemos al matrimonio Sorolla junto al Puente de San Martín con San Juan de los Reyes al fondo:

También es sensacional esta otra en la que el pintor se sitúa pegado a los muros del Castillo de San Servando...¡cuánta historia en una sola foto!

Preciosa es también esta toma de su familia junto al entonces limpio Tajo -otra de las vejaciones que sufre Castilla en nuestros días- muy cerca de los restos de lo que fue el Artificio de Juanelo:

Esta fotografía está tomada desde el Paseo del Carmen y probablemente aparece en ella Joaquín Sorolla hijo:

No fue la última vez que Sorolla vino a la ciudad, sino que a esta visita le siguieron varias más hasta al menos 1913. De su talento a la hora de retratar los paisajes españoles tuvo noticia Archer M. Huntington, fundador de la Hispanic Society of America, que le encomendó en noviembre de 1911 la colección "Visión de España", en el que destaca "Castilla: La Fiesta del Pan", un soberbio mural de 3,51 metros de altura por 13,92 metros de ancho en el que a modo de alegoría figuran los habitantes de las comarcas castellanas y en el que son perfectamente identificables como fondo las ciudades de Toledo y de Ávila.

Con el deseo de que os hayan gustado estos documentos históricos solo me queda animaros a visitar la mencionada exposición de la Fundación Mapfre "Sorolla y Estados Unidos", abierta hasta el 15 de enero de 2015.
Para saber más:
- Los cuadros de Toledo pintados por Sorolla (entrada del blog Siempre Contigo).
- Cartas de Aureliano de Beruete a Joaquín Sorolla.
- Exposición Sorolla y Castilla.
Vista de la calle Recoletos pintada por Sorolla desde el Hotel Castilla:
