Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que el verano en diferentes puntos del casco histórico de Toledo tenía un sabor inconfundible: el de los melones y sandías que se vendían en puestos ambulantes, instalados en plazas y plazuelas. Aquellos tenderetes, efímeros y humildes pero llenos de vida, formaban parte del paisaje urbano cada temporada estival, convirtiendo por unos meses aquellos espacios empedrados en un punto de reunión vecinal.
En ellos, los meloneros y meloneras, con oficio heredado y palabra cercana, disponían la fruta cuidadosamente sobre el suelo, ordenada casi como un bodegón: los colores verdes jaspeados de las rugosas cortezas de los melones se alternaban con verdes oscuros y rojos intensos de las sandías cuando eran cortadas. El sol radiante al impactar sobre los montones de fruta generaba brillos que anunciaban frescura en los días más calurosos.
Los vendedores a menudo pasaban incluso la noche junto a su mercancía, para evitar montar y desmontar diariamente toda su parafernalia y evitar también robos nocturnos. Junto a ellos se situaba la balanza romana que pesaba la fruta según se venía haciendo desde hacía siglos y siglos, y cuya calibración en ocasiones despertaba suspicacias y algunas discusiones.
En el momento de la venta destacaba, por supuesto, el ritual de "la cala y la cata": el cuchillo entraba con destreza en el melón o la sandía, mostrando la pulpa en su punto justo, y un trozo generoso pasaba a las manos del cliente, que probaba antes de decidir. Era un gesto de honestidad y de orgullo por la mercancía, un pacto tácito entre quien vendía y quien compraba.
Hoy, aquellos puestos ya no ocupan nuestras plazas como antes, pero la memoria de miles de toledanos conserva nítida la imagen: la fruta sobre la piedra antigua, las voces que pregonaban dulzura y frescor, el aroma que se escapaba de una rodaja recién cortada. Un recuerdo sencillo, pero lleno de autenticidad, que nos habla de un Toledo vivido, compartido y saboreado.
Las fotografías más antiguas de los puestos de melones en las calles y plazas de Toledo datan del siglo XIX. En ellas ya se puede apreciar que, para facilitar el apilamiento de la fruta, se clavaban entre los guijarros del suelo unas estacas metálicas que servían para sujetar los tablones de madera de baja altura que ejercían como límite de un pequeño recinto en el que los melones y sandías se amontonaban cuidadosamente para no ser golpeados o dañados:

En cuanto a los lugares de venta, comenzaré por el que me parece más entrañable y pintoresco: la plazuela de Santo Tomé. Fue allí donde fue tomada una de las imágenes más bellas jamás obtenidas en Toledo. Su autor, un jovencísimo Jean Paul Margnac, logró una instantánea que no tiene desperdicio, tanto por sus colores como por las diferentes microescenas que encierra la estampa, desde el vendedor que descansa tumbado hasta el pequeño puesto de helados situado al lado con sus pequeños clientes.

Estas son más fotos de la misma plaza con sus puestos de melones:

Muy cerca de allí, en la puerta de la iglesia del Salvador, se situaba otro de los puntos en los que históricamente eran instalados estos puestos. Allí se tomaron varias fotografías, con la curiosidad añadida de poder apreciar los grandes cambios urbanísticos que ha sufrido esta zona, en la que las casas situadas al fondo fueron suprimidas años después generándose la amplia plaza que hoy podemos disfrutar junto a la iglesia de san Marcos:

Sin embargo, el lugar del que más fotografías antiguas de puestos de melones y sandías se conservan es la Plaza Mayor. Su histórico emplazamiento junto al corral de comedias que hoy ocupa el Teatro de Rojas, mencionado también como "Mesón de la fruta" al ser el lugar se ejecutaban en su patio las contratas de estos alimentos cuando no había representación teatral, hace que estas fotos supongan una continuidad visual del lugar con respecto a su uso como espacio de venta de fruta:

También se conservan fotos de puestos de melones en el Paseo de Merchán o de la Vega, especialmente durante la feria de agosto:

Esperando que esta entrada os haya resultado interesante y refrescante, os dejo con una última foto que no tengo al cien por cien segura su ubicación, por lo que agradeceré vuestra opinión.
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