La actual situación de absoluta degradación del Tajo a su paso por Toledo está siendo denunciada y puesta en evidencia por diferentes colectivos cada vez, afortunadamente, con más fuerza y argumentos. A las históricas demandas de carácter ambiental, paisajístico y cultural, se deben unir también las económicas, pues el ingente lucro cesante que produce en la ciudad la contaminación y la merma de caudal por el Trasvase Tajo-Segura debe ser tenido cada vez más en cuenta.
Las posibilidades de negocios que podrían florecer alrededor del río son muy numerosas, desde las destinadas a la ciudadanía local hasta aquellas con un enfoque más turístico.
Una de las que puede aunar ambos públicos es la oferta gastronómica ligada al río, con la reivindicación de los alimentos estrechamente relacionados con el Tajo desde hace siglos, a través no solo de los más evidentes como es la pesca (las añoradas anguilas, por ejemplo, eran famosas en nuestro recetario), sino también empleando los productos cultivados en las huertas de sus vegas o haciendo uso de las especies naturales que crecen en sus riberas.
Este aprovechamiento, que además tiene en los actuales tiempos una corriente absolutamente a favor por el peso que la gastronomía de calidad ha logrado conseguir en España, ya tuvo precedentes en Toledo a lo largo del siglo XX.
No me refiero hoy a los gangos o casetas más o menos improvisadas y de carácter humilde que se colocaban en zonas como las playas de Safont y la Incurnia, sino a estructuras más robustas en forma de restaurantes con terraza en la orilla del Padre Tajo. El más representativo, por seguir aún en activo de forma absolutamente meritoria, es el restaurante Tabordo que desde los años 60 lleva dando alegrías culinarias a sus clientes.
Situado cerca del denominado Río Chico, aguas abajo de la ciudad histórica en la margen derecha del Tajo, en aquellos primeros años el mayor atractivo del restaurante era su cercanía a un río limpio y vivo, en el que sus crecidas periódicas generaban praderas de color verde intenso en sus orillas. De esta época datan estas maravillosas fotografías que hoy os traigo, donadas por Ángel Mora a quien agradezco infinitamente su colaboración. Se trata de imágenes que deben llevarnos a reivindicar el regreso de un río con caudal suficiente y aguas sin contaminar, para poder reeditar estampas tan entrañables como estas:
Aquí se aprecia perfectamente el privilegiado emplazamiento del restaurante y su terraza por aquellos años:
Pocos años después de estas imágenes se construyó el puente que comunica la ciudad con el Hospital Nacional de Parapléjicos, edificado en 1974. Esta infraestructura dejó un tanto aislado al restaurante, que ya sufría además las consecuencias de la progresiva degradación del río: en 1972 se prohibió el baño debido a la contaminación y en 1979 llegó la puntilla con el Trasvase Tajo-Segura que cercena su caudal impidiendo la dinámica natural del río con sus crecidas y estiajes, que generaban esas maravillosas orillas con pradera.
A pesar de ello, casa Tabordo siguió en activo contra viento y marea, pese al abandono del entorno en que se encuentra, sin apenas mantenimiento ni mínimo adecentamiento. Si ha llegado hasta nuestros días es por la tenacidad de sus dueños y su altísimo nivel gastronómico en un entorno que antes era maravilloso pero que hoy es casi hostil, con un río en estado de máxima degradación que en las últimas décadas aporta malos olores, estampas llenas de espumas y caudales ínfimos.
Es muy triste constatar cómo este espacio de la ciudad se ha degradado tanto en el último medio siglo, haciendo que la subsistencia del restaurante sea aún más meritoria y obligando a una profunda reflexión acerca de cómo a los toledanos se nos usurpó lo mejor de nuestro patrimonio natural, fuente de riqueza y de disfrute.
Reliquias como Tabordo deben ser reivindicadas y protegidas como testimonios de lo que el Tajo fue y de lo que el Tajo debe volver a ser: un motor esencial en la vida de la ciudad, también en lo económico.
Esperando que estas fotos os hayan gustado, solo me queda agradecer a Ángel Mora su generosidad al ceder las fotos y a David Blázquez por su digitalización.
Como eso, no se si tendréis fotos de los famosos GANGOS de Toribio, el Garbancero y otros que solo se ponía en verano, donde nos bañábamos y nos tomábamos buenas paellas o aperitivos y nuestros refresco.
ResponderEliminarque años aquellos, yo estuve viviendo muchos años a la orilla del rio, en unas casitas que las llevaba las casa del rio.
como añoro aquellos años de mi juventud y echo mucho de menos a mi Toledo natal.
un saludo
para todos y gracias.