Si ya tenéis una cierta edad, estoy seguro de que habréis escuchado alguna vez la expresión "contubernio judeomasónico". Pues bien, este concepto fue creado por el protagonista de las fotografías que hoy os traigo: el vizconde francés Léon de Poncins.
Su nombre completo era Gabriel Léon Marie Pierre de Montaigne de Poncins y nació el 3 de noviembre de 1897 en la localidad francesa de Civens y falleció en Toulon el 18 de diciembre de 1975.
Descendiente de una familia de nobles, Léon de Poncins fue un periodista y escritor muy marcado por su carácter de católico devoto. Muy activo en la década de 1930, sus obras fueron traducidas al inglés, italiano y español. En sus libros sostenía la teoría de que la mayoría de las convulsiones políticas y revolucionarias sucedidas en la edad moderna provenían de la influencia o acción directa de ciertas sociedades secretas opuestas, según él, a la fe católica, como la masonería, el sionismo o el comunismo, librando una "guerra secreta" dirigida por una "fe" de naturaleza diabólica. En sus libros habla de conspiraciones masónicas, de los vínculos entre la masonería y la Revolución Francesa, de la Liga de las Naciones o de la influencia judía en los asuntos católicos. Para él, estos asuntos se convirtieron casi en una obsesión hasta el punto de ser considerado, como os decía al comienzo, el creador del término "contubernio judeomasónico", que viene a ser un resumen de lo ya expuesto: la influencia que a su juicio ejercían tanto los judíos como los masones (o ambos juntos) contra la fe católica. Según Poncins, durante la Primera Guerra Mundial tuvo lugar un acuerdo con el lobby sionista para la creación de un futuro estado judío en Palestina a través de la manipulación de alianzas diplomáticas y oposiciones entre países, con la participación de Estados Unidos y Gran Bretaña a través de la Triple Entente.
Léon de Poncins colaboró con numerosos periódicos como Le Jour, Le Figaro, L'Ami du Peuple y Le Nouvelliste y dirigió la revista Contre-Révolution de 1937 a 1939.
Manifiestamente contrario a las reformas que la Iglesia abordó en el Concilio Vaticano II, el 20 de noviembre 1964, en la sesión III de dicho concilio, los obispos y cardenales debían votar la aprobación del nuevo esquema que trataba la posición de la Iglesia frente el judaísmo. Entonces, Léon de Poncins se apresuró a redactar un folleto titulado “el Problema Judío frente al Concilio” en el que el autor lamenta "de parte de los Padres conciliares una ignorancia profunda de la esencia del judaísmo", con la intención de influir en la decisión final.
Estamos, por tanto, ante un autor bastante polémico pero no por ello carente de interés para los historiadores, pues llegó a ser ciertamente influyente.
Hasta la fecha, sin embargo, era menos conocida su faceta fotográfica, que será en la que hoy intentaré centrarme con motivo de su estancia en Toledo a finales de septiembre y comienzos de octubre de 1936.
Hace unos meses adquirí el número 4885 de la revista L´Illustration, publicado el 17 de octubre de 1936, con la esperanza de encontrar en él imágenes del final del asedio del Alcázar de Toledo, pues fue un evento muy seguido por la prensa internacional. Cuando recibí el paquete en casa y comencé a ojear la revista, comprobé con alegría que, en efecto, había fotos de Toledo. Enseguida la vista se me fue a varias imágenes que ya conocía, y que además había publicado en el primer y segundo libros de "Toledo Olvidado", pero de las que desconocía el autor hasta el momento. Son de esas fotos que no se olvidan, pues no es fácil borrar de la mente la crudeza que muestran: varios milicianos muertos junto al Alcázar y también cadáveres siendo recogidos en Zocodover para ser cargados en una camioneta.
Ahí estaban, en la revista que tenía en mis manos. Identificadas y firmadas por Léon de Poncins:
Junto a ellas, aparecían varias más. Todas ellas reflejan la crudeza de la presencia de cadáveres, tanto en Zocodover como en el Alcázar:
En fecha reciente he localizado otra imagen de la serie de Zocodover, atribuible al 99 % a Poncins:
Es prácticamente seguro que los cuerpos que aparecen en el Alcázar sean los de milicianos muertos en los últimos ataques justo antes de la llegada de las tropas franquistas del general Varela. Dichos cadáveres fueron arrojados poco después al gran boquete de una de las minas con las que los republicanos quisieron volar el Alcázar. En concreto en el cráter generado junto a lo que fue el torreón noreste:
La autoría de estas fotos por parte de Léon de Poncins parece indicar que el francés accedió a la ciudad dentro del grupo de periodistas que acompañaba el avance de las tropas del bando sublevado hacia Toledo. La faceta fotográfica de Poncins era hasta la fecha bastante desconocida, ensombrecida por el peso de su obra escrita, muy ligada como indicaba al comienzo a su obsesión judeomasónica. Esperando que este pequeño hallazgo haya sido de vuestro interés, solo me queda recordar la lección que estas imágenes suponen: nada hay peor que una guerra entre hermanos. Es responsabilidad de todos no volver a repetirla.
Estupenda entrada, ¡gracias!
ResponderEliminarImpresionante reportaje sobre los extremos a los que puede llegar el odio entre hermanos. ¡Cuánto deberíamos aprender todos de estas tremendas imágenes y, por desgracia, todavía hoy después de tantos años, qué poco quieren aprender algunos!
ResponderEliminarHomo homini lupus (el hombre es un lobo para el hombre) Ciceron
ResponderEliminarQue razón más grande.
EliminarLamentable situación, muchos vinieron a Toledo como si fuera una romería, y no contaban que tuvieron que salir corriendo y algunos no pudieron y se quedaron en Toledo para siempre, esto lo utilizan los políticos para crear mas odio. NO SE APRENDE
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