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sábado, 19 de noviembre de 2016

Toledo en 1852 fotografiado por Felix Alexander Oppenheim

Debo empezar esta entrada reconociendo que hubo momentos en los que pensé que jamás podría publicarla. Desde que tuve conocimiento de una pista que llevaba a la posibilidad de que existieran fotografías de Felix Alexander Oppenheim en el Museo de Arte Islámico de Berlín, tomadas nada menos que en 1852, su búsqueda se convirtió para mí, al principio, en una prioridad, y finalmente, en una verdadera obsesión.
Una obsesión guiada por la ilusión. La ilusión de localizar las que probablemente son las fotografías más antiguas jamás tomadas en Toledo junto con las de Edward King Tenison y un par de Charles Clifford de las que otro día os hablaré.
En su momento, con motivo de la publicación del primer libro de Toledo Olvidado en 2012, ya había incluido una imagen de Oppenheim que retrataba el patio del Alcázar. Pero la pista de la que os hablo dejaba la puerta abierta a que fuesen algunas más las imágenes toledanas de Oppenheim conservadas en Berlín. Comencé entonces mi habitual protocolo de correos electrónicos a los responsables del museo solicitando información. Solo obtuve silencio. Dejé pasar un tiempo y volví a la carga escribiendo a una especie de organismo que agrega todos los museos berlineses, por si mi primer correo no hubiera sido leído o no hubiera sido enviado al lugar correcto. De nuevo, silencio administrativo. Volví a escribir al museo. Nada. Me empezaba a desesperar. Mi ilusión era incorporar estas fotos, caso de hallarlas, al tercer volumen de Toledo Olvidado que por entonces estaba redactando. Era ya septiembre y el tiempo se agotaba pues en octubre el libro debía estar maquetado. Decidí recurrir a esa herramienta que parece exclusivamente reservada a los países latinos como España: la queja. Me informé del procedimiento alemán para formular una queja oficial ante el servicio de museos por no dar siquiera respuesta a mis escritos. Pasó una quincena sin noticias. De pronto, un día que nunca olvidaré, casi con el libro en imprenta, un mensaje en la bandeja de entrada me alegró el día, el mes y prácticamente el año. Allí estaban. Sí, era un correo en el que no solo se disculpaban por no haber respondido sino que tenía archivos adjuntos. Los archivos adjuntos más maravillosos que había visto. La pista era cierta: Felix Alexander Oppenheim no había tomado una única foto en Toledo en 1852, sino que había obtenido bastantes más. En tiempo récord pudimos incorporar las mejores fotografías al libro con sus correspondientes textos. El tercer volumen de Toledo Olvidado quedaba entonces completo, pues sin estas fotos, siempre hubiera sentido que la obra quedaba coja. Hoy, casi un año después de presentar el libro, tengo el placer de ofreceros esas imágenes y también las no publicadas en el libro. Preparaos a disfrutar.
Por completar la entrada, creo obligado resumir la biografía de este pionero fotógrafo alemán, cuya figura está siendo redescubierta en los últimos años por el estudioso Ludger Derenthal. Se sabe que nació en Kaliningrado (hoy ciudad rusa, denominada anteriormente Königsberg) en el año 1819. Su formación fotográfica contó con un maestro de excepción: el francés Gustave Le Gray. Sabemos que Felix Alexander Oppenheim recorrió España entre los meses de julio y noviembre del año 1852. En su periplo español visitó las ciudades más atractivas desde el punto de vista fotográfico, es decir, Madrid, Toledo, Burgos, Salamanca, Granada y Sevilla. Las fotografías tomadas en Toledo en aquel lejano año son, como os decía, las más antiguas jamás tomadas en la ciudad que se tenga constancia, junto con las de Edward King-Tenison y Charles Clifford obtenidas en el mismo año. Se trata de catorce fotografías que se conservan en el Museo de Arte Islámico de Berlín y que se suman a la ya citada del Alcázar conservada en la Kunstbibliothek berlinesa y suponen un verdadero tesoro por su antigüedad y rareza. Al año siguente, en 1853, Oppenheim viajó hasta Grecia obteniendo un gran número de notables calotipos. Recibió dos premios por su trabajo fotográfico: el de la Exposición Fotográfica de Ámsterdam y la medalla de la Exposición de Bruselas, en 1855 y 1856 respectivamente. Félix Alexander Oppenheim falleció en Berlín en 1898.
Sin más dilación, vamos a repasar estas fotos comenzando por mi preferida: una maravillosa vista desde la Plaza de Don Fernando que nos deja la primera toma conocida de la Catedral con su torre del Reloj:
Catedral de Toledo desde la Plaza de Don Fernando en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

¿Qué decir de la vista que enamora a cualquier visitante? La torre de la Catedral observada desde la calle Ancha, o calle Comercio. Uno podría pasar horas mirando esta estampa, sobre todo reflexionando sobre su tremenda antigüedad, de 164 años:
Calle Ancha de Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Oppenheim se acercó también a la Plaza del Ayuntamiento, donde obtuvo las dos primeras fotos de las fachadas de la Catedral y del propio ayuntamiento:
Catedral de Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin
Ayuntamiento de Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Verdaderas joyas son estas imágenes del Claustro de San Juan de los Reyes, que muestran el deterioro del edificio desde la invasión napoleónica, tomadas bastante antes del comienzo de sus obras de restauración:
Claustro de San Juan de los Reyes en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin
Claustro de San Juan de los Reyes en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

En el exterior del edificio, Oppenheim logró inmortalizar la Puerta del Pelícano en su emplazamiento original en perpendicular a la calle (hoy está a ras de la misma). El letrero de "Museo Provincial" hace referencia al uso que esta parte del monasterio tuvo desde 1846. Al fondo, a la izquierda, aparece el comienzo de la calle del Ángel:
Puerta del Pelícano Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Es una gozada para la vista poder ver el primer registro fotográfico conocido del barrio del Arrabal y la Antequeruela, obtenido desde las inmediaciones de la Puerta del Vado. Se ven claramente la Puerta de Bisagra y Santiago del Arrabal:
Arrabal de la Antequeruela en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Aquí se ve el Torno del Tajo desde el Puente de Alcántara:
Torno del Tajo en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Una imagen impresionante: el Puente de Alcántara en aquel lejano 1852 y arriba a la derecha la aguja del Convento del Carmen Calzado, muy pocos años antes de ser desmantelado del todo por su propietario José Safont. Precisamente el apellido de ese especulador, Safont, es el que hoy da nombre al paraje que se ve en primer término. Se trata de la imagen más antigua del Tajo con sus casetas de pescadores y baños en sus orillas:
Puente de Alcántara en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Oppenheim retrató por partida doble el Puente de San Martín. En la primera imagen incluso se ve la Capilla de la Beata Mariana de Jesús con su cubierta puntiaguda, adosada a San Juan de los Reyes, y que fue demolida en 1864:
Puente de San Martín en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin
Puente de San Martín en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

El Puente de Alcántara también figura por fortuna en la serie de Oppenheim en 1852:
Puente de Alcántara en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Como no podía ser menos, la imponente Puerta del Sol también cautivó al pionero alemán:
Puerta del Sol en Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Para finalizar, os dejo las dos versiones de la imagen del Alcázar con la que comenzó mi obsesión por Oppenheim, nacida un buen día allá por 2009 al encontrar una reseña en un libro que le mencionaba como un posible fotógrafo de nuestra ciudad. Esta fue la primera imagen en ser localizada y os la muestro en la versión de la biblioteca de Berlín así como en la conservada en el Museo de Arte Islámico:
Patio del Alcázar de Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim. © Art Library, National Museums in Berlin.
Alcázar de Toledo en 1852. Fotografía de Felix Alexander Oppenheim © Museum für Islamische Kunst, Staatliche Museen zu Berlin

Con el deseo de que estas verdaderas joyas de nuestra historia fotográfica os hayan gustado, finalizo con una doble reflexión en voz alta: la primera de ellas es la de haber constatado que no solo en España, sino que también en Alemania, en ocasiones la administración es lenta y a veces apática; la segunda es evidente: el que la sigue, la consigue. Os animo a ser perseverantes y tenaces a la hora de luchar por conseguir aquello que más os ilusione. Lo bueno, siempre se hace esperar.

5 comentarios:

  1. Me llama mucho la atención el hecho de que no aparezca ni una sola persona en las fotos, teniendo en cuenta el tiempo de exposición de las cámaras antiguas. Una maravilla de fotos.

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  2. Magnificas fotografías y documentos de valor incalculable. Viendo algunas de ellas, me alucina el deterioro que presentaban muchos de los monumentos que ahora admiramos. Por suerte, aunque hemos perdido algunos, la mayoría se han conseguido conservar, pero es sorprendente lo poco que valoraban su patrimonio en aquellos tiempos.

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  3. Es un verdadero placer observar estas fotografías como lo que son: las primeras imágenes que sustituyeron a los dibujos y los grabados. Quizás cueste un poco esfuerzo hoy día darse cuenta de ello y del valor que representan estas joyas, valor para los documentos y para los sentidos. Muchas gracias por haberlo hecho posible.

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  4. Gracias Eduardo por tu labor de incalculable valor. Gracias por hacer más felices a aquellos que, como yo, viven enamorados de Toledo.

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  5. Sin más ánimo que el de resolver la cuestión que plantea José Arriero, es precisamente debido al largo tiempo de exposición que no aparece ninguna persona en las fotos, aunque supongo que no solo por eso en todas. En la que se considera la primera imagen con presencia humana, una foto de Daguerre, desde una ventana de su casa, del Boulevard du Temple en París, se ve a un limpiabotas y su cliente, precisamente por haber estado parados durante varios minutos en el mismo sitio. Del resto del trajín que se supone debía recorrer dicho lugar no hay ni rastro.
    Por cierto, las imágenes de Oppenheim, que son las que me han traído aquí son una maravilla. Enhorabuena por el blog al autor. Saludos.

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