Nacida en París el 18 de enero de 1899 y fallecida en la misma ciudad el 22 de junio de 1982, la fotógrafa francesa Yvonne Chevalier es una figura clave en la historia de la fotografía europea en el siglo XX.
Cuando contaba con solo 10 años de edad, la pequeña Yvonne ya tomaba sus primeras fotografías demostrando un talento innato para inmortalizar momentos y paisajes con un punto de vista muy original, siendo llamativas sus tempranísimas fotografías de acantilados y vistas del mar. No obstante, en sus estudios se decantó por la pintura y el diseño.
Sin embargo, fue en 1929 cuando por fin decidió consagrar su vida a la fotografía, muy influida por su marido, un médico con quien se había casado en 1920.
“La foto se ha impuesto a mi voluntad, es un hecho…histórico. Amo este medio rápido de robar la calidad de un instante que solo yo percibo, para fijarlo, para transmitirlo”.
Ambos tenían contacto con el mundo cultural parisino, frecuentando encuentros con amigos escritores y artistas. En aquel año de 1929, Yvonne se anima por fin a abrir un estudio de retratos fotográficos que pronto tendrá un gran éxito dada la calidad de sus trabajos. Se convierte también en la fotógrafa oficial del influyente pintor Georges Rouault.
En 1936 se inscribe en la asociación de fotógrafos, ilustradores y publicistas franceses denominada Le Rectangle, fundada por Emmanuel Sougez, René Servant y Pierre Adam. En aquellos años, Yvonne Chevalier se especializa en formidables fotografías de desnudos femeninos, paisajes y arquitectura que la llevan a protagonizar sendas exposiciones en 1935 y 1937, convirtiéndose en una verdadera referencia de la fotografía de vanguardia. Con un prodigioso dominio de los contraluces, los primeros planos, los picados y contrapicados, Chevalier va afianzándose como una auténtica virtuosa de la fotografía, en una época en la que escaseaban las fotógrafas de renombre.
Trabaja habitualmente para revistas de gran prestigio en Francia como Arts et métiers graphiques, Revue de la medicine, Cinégraph o Musica y protagoniza exposiciones tanto colectivas como individuales. Del mismo modo, retrata a los personajes mas destacados de las artes y las letras francesas de aquellos años como Paul Claudel, Max Jacob, Antoine de Saint Exupery, André Gide o Sidonie-Gabrielle Colette.
Pero desgraciadamente en 1945 los bombardeos de la II Guerra Mundial provocaron un incendio que redujo a cenizas su estudio, destruyendo buena parte de su trabajo y de sus obras y negativos originales.
Sin embargo, se repuso y continuó fotografiando. En 1948 Yvonne entra en un selecto grupo de fotógrafos, creado en 1946 con la intención de reivindicar la fotografía como un arte y de preservar el legado fotográfico francés, denominado "Grupo de los XV", del que formaban parte auténticos monstruos de la historia fotográfica. El grupo estaba compuesto por personalidades como André Garban, Marcel Bovis, Jean Dieuzaide, Robert Doisneau, Edith Gérin, René-Jacques, Pierre Jahan, Henri Lacheroy, Lucien Lorelle, Daniel Masclet, Philippe Pottier, Willy Ronis, Jean Séeberger o René Servant.
En 1949 viaja a España junto con la escritora Marcelle Auclair para ilustrar con fotografías dos libros suyos: “Sainte Thèrese D’Avila: Le livre des Fondations” y “Dans la Clôture des Carmels d’Espagne”. Ello le supuso el privilegio de ser la primera fotógrafa en entrar en las estancias privadas de los conventos de clausura.
Es este viaje el motivo de la entrada de hoy, pues como no podía ser de otro modo, Toledo se encontraba dentro del obligado periplo que llevó a ambas -Chevalier y Auclair- en busca de ubicaciones para ilustrar los libros. Una quincena de preciosas fotografías de Chevalier tomadas en Toledo durante el viaje se conservan en el fondo Roger Viollet de París y hoy os las traigo para disfrutar todos juntos con ellas. Comprobaréis enseguida que el talento de Yvonne Chevalier es patente en todas las imágenes, que suponen una gozada para la vista. Comenzaré por mostraros la más entrañable de todas, que retrata a una niña en el precioso entorno de la Plaza de las Capuchinas:
Son una auténtica maravilla estas dos fotos tomadas muy cerca una de otra, que nos enseñan el estado del Tajo en las inmediaciones del Puente de San Martín, pudiendo ver los parajes de Roca Tarpeya así como San Juan de los Reyes:
Estas son dos vistas de la Puerta del Sol:
Aquí vemos una deliciosa vista de la Iglesia de Santiago del Arrabal, antes de la reforma que suprimió las casas adosadas y rebajó la altura del ábside:
Esta es una vista del barrio de la Antequeruela y las Covachuelas:
El Puente de Alcántara:
Aquí vemos dos patios toledanos:
Esta es una vista del Museo del Greco:
Mirad qué maravillosa vista general de Toledo en 1949:
El Tajo, caudaloso y limpio por entonces, aún presentaba la chimenea de una fábrica de electricidad en la orilla de la Incurnia:
Un paisaje de la provincia, probablemente Los Yébenes :
Dejo para el final una parte muy especial. Chevalier y Auclair se dirigieron al precioso Cigarral de Menores de Gregorio Marañón. En el camino, Yvonne tomó esta sensacional perspectiva con la ciudad al fondo:
En el propio Cigarral de Menores tomaron esta foto:
A buen seguro, la visita a este cigarral por parte de Marcelle Auclair estaba motivada por la nostalgia. No en vano, era un lugar que ella conocía bien, pues en los años 30 ya lo visitó. Y lo hizo nada menos que con Federico García Lorca, quien posó en ese emplazamiento pocos años antes de morir fusilado en 1936. Dichas fotos, que ella misma tomó, ilustraron el libro que la propia Marcelle Auclair publicó mucho después, en 1968, titulado "Enfances et mort de García Lorca".
Con esta curiosidad final, me despido por hoy esperando que las preciosas fotos de Yvonne Chevalier os hayan gustado tanto como a mi. Únicamente añadir que Yvonne Chevalier dejó de fotografiar con 71 años y que en 1980 hizo una selección muy estricta de su obra, destruyendo todas las fotografías que, a su juicio, no contaban con una suficiente calidad como para sobrevivirla. Me encanta poder ir completando el puzle que demuestra que la práctica totalidad de los fotógrafos que han sido influyentes en la historia pasaron en algún momento de su vida por esta ciudad mágica que tenemos la suerte de habitar: Toledo.
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