Nunca olvidaré la ilusión que me hacía cruzar este precioso rincón toledano de la mano de La Ina cuando nos llevaba a jugar al Parque del Tránsito: "es como cruzar por una casa y volver a salir a la calle", nos decía, justo antes de regañarnos por intentar cerrar su puerta.
Y es que hay muy pocos lugares públicos en Toledo más peculiares que este estrecho pasadizo, por el cual el camino entre la Plaza del Ayuntamiento y Santo Tomé se hace bastante más corto. Aunque su nombre "oficial", al menos desde el siglo XIX, fuera Pasadizo de la Ciudad, nadie en Toledo le denomina así pues para todos es el Pasadizo de Balaguer. El nombre se lo debe a un anticuario que hasta no hace demasiado tiempo poseía allí su tienda y que adornaba todo el recorrido del pasadizo con su vistosa mercancía: tinajas, objetos de cobre, lámparas y demás objetos antiguos.
Sin duda era una estampa mucho más bonita que la actual, bastante sosa en comparación con aquella profusión de adornos.
En realidad, este pasadizo no es otra cosa que una de las antiguas entradas al Palacio de Caracena (antigua casa de Juan Gaytán), con el que compartía, no sin conflictos, este espacio abierto al público que conecta con la Plaza del Ayuntamiento.
Sus primeras fotografías datan del siglo XIX y principios del XX:
Esta imagen es de mediados de los 70:
Su interior, como os comentaba, estaba lleno de objetos antiguos de Balaguer y ello le confería un aspecto muy característico:
En 1969, fueron rodadas en su entrada varias escenas de la película Tristana de Buñuel (la casa de Don Lope, el protagonista, estaba situada justo enfrente):
En 1973 se grabaron varias escenas de la película "Lisa and the Devil" protagonizada por Elke Sommer y Telly Savalas:
En la actualidad, como os decía, su aspecto es algo más corriente al carecer de esa decoración con antigüedades, pero conserva ese aire misterioso. Y aún siguen asomándose a él con curiosidad los turistas, preguntándose a dónde conducirá esa puerta por la que, tan decididos, se adentran los toledanos.
Dedicado a Ina, con todo mi cariño y con la seguridad de que sigue llevándome de la mano desde arriba.
El Pasadizo de Balaguer en Google Maps:
Ver mapa más grande
Para saber más:
"Casas y casas principales urbanas: el espacio doméstico de Toledo a fines de la Edad Media", de Jean Passini (páginas 284 y siguientes).
qué buenos recuerdos de cuando pasaba por allí todas las mañanas de camino al instituto...
ResponderEliminarRealmente estaba mucho más "toledano" antes... Hay que ver lo que hace el paso del tiempo.. quita la magia a las cosas... ¿o será que miramos las cosas del pasado como si tuvieran magia?...
Gracias por traerme fogonazos de mi tierra en estos años de "destierro" en Navarra... Saludos!
Efectivamente, es el lugar -y quizá el recorrido completo- de Toledo, íntima y deliciosamente ligado a la Tata Ina. Un lugar con la capacidad de generar un mismo y repetido momento mágico todos los días del año, y una persona con la capacidad de evocar siempre un recuerdo de cariño indescriptible.
ResponderEliminarMuy cerquita, y en el mismo recorrido, estaba (y creo que lo sigue estando), el otro lugar de infantil diversión con que, cuando había que cambiar la ruta hacia el Tránsito por tener que pasar antes a las Terciarias a recoger a la Nena, la Ina y su infinita paciencia sustituía con igual poder mágico al Pasadizo de Balaguer: el "balcón de los enanitos" de la calle de San Marcos.
A su recuerdo.
Al reparar en el número 12, que aparece en el dintel de la puerta del pasadizo en una de las fotografías, no tengo casi ninguna duda de que el anuncio comercial, publicado en la prensa local, y que también se inserta al comienzo de esta entrega del blog, con referencia al mismo número, debe ser el de la tienda de Balaguer. Y ello, a pesar del frecuente cambio en la numeración de inmuebles que se produce en el callejero toledano. Se trataba de una de esas tiendas, no propiamente de las hoy llamadas de "antigüedades", sino de las que se denominaban como prenderías, en las que se practicaba la compra-venta de toda clase de cachivaches y objetos usados, de segunda mano, tuviesen o no algún valor. Con el tiempo, alguna de esas tiendas - y probablemente fuese el caso de la de Balaguer - adquirieron esa superior categoría de comercios de antigüedades.
ResponderEliminarPor otra parte, os invito a reparar en la desaparición, con la reforma actual, de una parra que en verano sombreaba el pasadizo. En una de las fotos podréis apreciar alguno de sus sarmientos adosados a la pared, encima de unas tinajas, a la altura, más o menos, en la que ahora se ha situado una columna que soporta un capitel.
El pasadizo, que también era paso muy frecuente para mí, camino de Santo Tomé desde mi casa en Sixto Ramón Parro, habrá ganado, sin duda, en higiene urbana y "adecentamiento", pero la verdad es que ha perdido gran parte de su encanto y casticismo. ¡Qué le vamos a hacer!
Muy enriquecedora la entrada y este último comentario de Ricardo.
ResponderEliminarSin duda anteriormente el lugar era mucho más mágico.
Mis recuerdos me llevan Al Corpus en el qu vino MARI TRINI a cantar a Toledo, yo tendría 8 años, y era muy muy flacucha, por eso me pude colar para verla cantar por el pasadizo de Balaguer, ahora no entraría por entre los barrotes que me colé entonces. Mi barrio, mi casa, mi gente, mi colegio... esto se llama nostalgia.
ResponderEliminarTe dejo una fotografía de los 80
ResponderEliminarhttp://farm4.static.flickr.com/3303/3409022318_31b4c22317_b.jpg
en la que se ve claramente la parra a la que se refiere Don Ricardo.
¡Muchas gracias Don Pedro por esta nueva aportación!
ResponderEliminarY a los demás por vuestros enriquecedores comentarios.
Mi madre nombrama esta tienda como Prendería de Balaguer. Y usaba este termino para describir una habitación desordenado o llena de juguetes.Yo pensaba que la palabra "prendería" era una invención suya. He mirado en el diccionario y su definición coincide con el sentido que daba ella.
ResponderEliminarEra mi camino diario al Colegio de las Terciarias. Salía de la calle Nuncio Viejo, bajaba Arco de Palacio, subia hasta la plaza del Consistorio y atravesaba el pasadizo. Qué maravilla. Recuerdo su olor y sus sonidos. Sin duda mucho más bonito y auténtico que ahora. Una pena que no lo hayamos sabido o podido conservar. A pesar de ello, Toledo sigue siendo maravilloso.
ResponderEliminarUna toledana enamorada de Toledo.