Cuando hace pocas semanas emitieron la película "El Buen Amor", fueron varias las personas que me escribieron o llamaron para animarme a encender el televisor en ese momento, impresionadas y emocionadas por lo bella que lucía la ciudad de Toledo en ella.
Lo cierto es que no pude hacerlo al estar ocupado y, aunque recuerdo haber indagado algo acerca de esta película hace años, confieso que tenía pendiente llevar a cabo una investigación más a fondo sobre esta grabación realizada a finales de 1962 y comienzos de 1963.
Mi propia madre, al día siguiente de la emisión, fue la que me llevó a tomar la determinación de ponerme a ello cuando me confesó algo que yo desconocía: que ella misma había actuado como extra en la película en las escenas grabadas en el interior de la Catedral en febrero de 1963.
Sin embargo, el gran Fernando Riaño me ahorró buena parte del trabajo al ponerme sobre la pista de las excepcionales imágenes de la película que una prestigiosa institución como es la "Filmoteca de Catalunya" ha colgado recientemente en su colección digitalizada.
Se trata de una impagable serie de fotografías obtenidas por José Salvador, quien trabajó intensamente en aquellas décadas como técnico de foto-fija en numerosas películas. Este filme fue la ópera prima de Francisco Regueiro, quien escribió el guion y dirigió la grabación, que fue protagonizada en los papeles principales por Simón Andreu y Marta del Val. La historia narra las vivencias de una pareja de jóvenes universitarios, José y Mari Carmen, que engañan a sus respectivas familias y viajan a escondidas en tren desde Madrid a Toledo, donde pasan doce horas bajo la lluvia y el sol de diciembre, lo que les ayuda a conocerse mejor. La película compitió por la Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes de 1963.
Se enmarca dentro de las primeras películas del denominado "Nuevo Cine Español", y se anticipa a otras muchas filmaciones a la hora de retratar de un modo crítico la realidad española de aquel entonces, con especial hincapié en la visión que de ella percibían los más jóvenes. Las referencias a los convencionalismos imperantes por entonces, las costumbres dominantes y las inercias sociales profundamente arraigadas, hacen de la película un referente imprescindible en la filmografia española.
Y, ¿cómo no?, una vez más, Toledo como escenario de todo ello.
La ciudad aparece bellísima en multitud de secuencias, con lugares totalmente reconocibles que despertarán la nostalgia de quienes vivisteis aquellos años en primera persona y que evocarán a los más jóvenes una ciudad en buena medida transformada por el paso de los 60 años transcurridos desde entonces.
Hablando de cine, es obligatorio comenzar el repaso a las imágenes ofreciéndoos las estampas rodadas junto al célebre Cine Moderno, en la calle Sinagoga. Estoy seguro de que a muchos os trasladará a aquella época:
El Paseo del Miradero, uno de los lugares más desfigurados de la ciudad en el periodo transcurrido desde entonces, aparece en estas imágenes:
Una buena parte de la grabación tuvo lugar en la Catedral. Son muy destacables los planos en los que vemos la antigua tarasca con los gigantones en el almacén catedralicio, asi como las escenas del claustro alto del templo primado o la propia torre principal.
En el interior de la catedral hay preciosas escenas rodadas en varias capillas y estancias del templo:
El barrio de la judería fue otro de los escenarios del rodaje y lo cierto es que aparece en todo su esplendor:
El museo de Santa Cruz y los grecos allí expuestos tienen gran protagonismo en el filme:
Los protagonistas, ante uno de los lienzos del Greco:
El camino desde la estación de ferrocarril hasta el centro histórico, que se realiza por el Paseo de la Rosa y el puente de Alcántara nos dejó algunas de las más evocadoras imágenes tomadas por José Salvador.
La propia estación de ferrocarril aparece también muy bonita:
Son sensacionales, por constituir todo un retrato de la época, las escenas grabadas en el interior del restaurante Plácido en la calle Santo Tomé. En ellas, vemos su castiza decoración, sus carteles de la peña atlética "Rebeca" (que demuestra el colchonerismo histórico de la familia propietaria del restaurante) y las fotografías del mito local que ya era Federico Martín Bahamontes.
En una de las fotografías, mi madre ha identificado a una extra muy conocida por mi familia y por los residentes del barrio: se trata de Julia, una zamorana residente en Toledo que sufría de una dolencia en el ojo que le causaba gran desviación en uno de ellos.
Aparecen muy bellas imágenes también de un taller de bordado de la judería:
Este es el interior del monasterio de San Juan de los Reyes:
Son impagables las fotografías obtenidas en el Arco de la Sangre:
Los escaparates de Zocodover también tienen protagonismo:
Este es un bello plano del castillo de San Servando:
Las fotografías del interior del tren entre Madrid y Toledo ofrecen de modo magistral todo un retrato de la época, con los guardias civiles fumando y los paisanos viajantes.
En una lecheria de la calle Tornerías los protagonistas se toman unos bollos con un vaso de leche:
Los protagonistas en una calle de la ciudad:
Agradeciendo a la Filmoteca de Catalunya su gran labor de recopilación y divulgación, así como a Fernando Riaño su permanente ayuda, solo me queda desearos que estas fotografías os hayan logrado trasladar en el tiempo hasta aquella época, de la mano de una excepcional película que, como el buen vino, mejora al envejecer.
¡Precioso reportaje!. Cuántos recuerdos!!!!!
ResponderEliminarNo tienes ninguna foto de la lecheria de la calle tornerias donde se toman unos bollos con un vaso de leche, la señora que atiende la panaderia es la dueña o un extra. saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias por la petición, he incorporado unas imágenes de la bollería. Un saludo.
ResponderEliminarEn la escena de la entrada al cine Moderno, el del puesto de pipas, ¿podría ser "Satu", el que ponía el puesto en la puerta trasera del Sadel, en la plaza del Salvador?
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