El 4 de junio de 1840 venía al mundo en Budapest -por entonces una de las capitales del imperio austrohúngaro- Alois Beer, si bien sus raíces familiares estaban en Klagenfurt (Carintia). En esta ciudad hoy austriaca pasó su infancia y juventud, hasta que en 1859 entró como cadete en el 7º Regimiento de Infantería. En su hoja de registro se le describe como "delgado de una estatura de 65 3/4 pulgadas (171 cm), de pelo castaño, cara alargada con nariz proporcionada y barbilla prominente, que domina las lenguas italiana y alemana".
Ya licenciado en el ejército opta por la profesión de fotógrafo en 1862, trasladándose a Viena, ciudad que por entonces podría ser considerada la vanguardia de las técnicas fotográficas europeas. De este modo recibió clases de los legendarios Ludwig Angerer y Josef Székely, especialistas sobre todo en retratos.
En 1863 Beer ya estaba instalado por su cuenta, trabajando tanto en Viena como en Klagenfurt y ejerciendo ya también como profesor de la materia. Poco después, al mudarse de estudio Székely, Alois Beer se instala en sus dependencias vienesas de Getreidemarkt nº 3. En 1867 se traslada a Klagenfurt muy seguro de sí mismo, a juzgar por lo que expresaba en su propia presentación: "Encontrándome en la agradable situación de de saber realizar imágenes perfectas en todos los tamaños (...) aplicando todos los perfeccionamientos más recientes al campo de la fotografía".
En su lujoso estudio-vivienda Beer retrató con enorme éxito, contando pronto con un equipo de trabajadores y colaboradores.
En 1870 comienza a interesarse por temáticas diferentes al retrato, ocupándose intensamente de convertirse en un experto de los paisajes, que a la larga sería lo que le convirtió en un fotógrafo de renombre internacional. Tuvo además la visión empresarial de adivinar las futuras tendencias del mercado, que iba a centrarse desde entonces más en este tipo de fotografías que en los retratos, sobre todo en un país en el que estaba en auge el turismo y el alpinismo. De esta modo Beer llevaba consigo los aparejos fotográficos -aparatos, placas y reactivos- "en un carrito estrecho, de dos ruedas, adecuado para andar por la montaña" junto con una tienda de campaña y una cámara oscura móvil. Era la época en la que triunfaba el método del colodión húmedo, que complicaba la obtención de paisajes al requerir preparar las placas inmediatemente antes de su toma, en total oscuridad, para revelarlas también en el acto en ausencia de luz.
En 1879 cobró fama al retratar los aludes de nieve sucedidos en Bleiberg-Hüttendorf el 25 de febrero de aquel año, que sepultaron un pueblo matando a 37 personas. Beer documentó esta catástrofe muy pocos días después y las fotografías pronto fueron muy difundidas. Beer hizo llegar inteligentemente a la corte estas imágenes, siendo del agrado del emperador, que le concede la Medalla de Oro de las Artes y las Ciencias.
Aquí comienza el gran éxito de Alois Beer como comercializador de fotografías de paisajes, para editoriales y particulares. En 1894 ya contaba con 8.000 imágenes, cifra que en 1910 ascendía a 21.595, con tomas obtenidas en multitud de países a los que se desplazó.
Beer ostentaba desde 1882 el título de "fotógrafo de la Corte Imperial", lo que le convirtió en el fotógrafo de más renombre del imperio.
En la década de 1880, además, se descubrió el procedimiento de la placa seca, lo que facilitaba sobremanera la obtención de paisajes pues no requería que el revelado fuera efectuado inmediatamente después de obtenerlo sino que permitía trabajar con las placas cómodamente en cualquier momento. Ya no eran necesarios la tienda de campaña y los reactivos, sino que bastaba con portar únicamente el trípode, las placas y la cámara.
En sus múltiples viajes por el planeta -Grecia, Egipto, Dalmacia, Palestina, Turquía, Siria, Bosnia, Bélgica, Francia o España- Beer se esforzó en obtener imágenes técnicamente perfectas para el fin comercial, escogiendo las tomas que resultasen más identificables de cada lugar visitado, siendo el formato estereoscópico el que más a menudo utilizó.
Beer también fue fotógrafo para la marina austrohúngara en alta mar desde 1895 por encargo estatal, lo que aprovechó también para ampliar su catálogo comercial con estas tomas tan poco habituales de maniobras y buques, así como de la vida cotidiana de la tripulación.
Alois Beer fallece en Klagenfurt el 19 de diciembre de 1916 tras una vida dedicada por completo a la fotografía.
Su inmenso legado está conservado tanto en la Biblioteca Nacional de Austria como en el Museo de la Guerra de Viena. En sus viajes por España visitó al menos dos veces Toledo obteniendo preciosas fotografías que hoy tengo el placer de ofreceros tras varios años de búsqueda. La mayoría de las tomas que os traigo se conservan en la Biblioteca Nacional de Austria y solo dos en el Museo de la Guerra de Viena, si bien sigo trabajando para obtener más fotos de este último museo en un futuro próximo -espero-.
Como podréis comprobar, se trata de vistas de una enorme calidad técnica como corresponde a un autor de la talla de Beer. Fueron tomadas en los primeros años del siglo XX (estimo que entre 1900 y 1905) en al menos dos estancias en la ciudad. Las imágenes estereoscópicas aparecen con el lado derecho cortado pues su formato alargado hace que no quepan bien si se insertan a cierta calidad (pinchando en ellas se accede a la imagen sin cortar). Las más bellas son las tomadas en la Plaza de Zocodover, que dan fe de que visitó Toledo al menos dos veces pues el arbolado de la plaza cambia. En torno a 1905 las viejas acacias y sóforas debieron ser sustituidas por unas efímeras catalpas en un frustrado intento por probar nuevas especies de sombra (las catalpas duraron en la plaza pocos años):
Son sensacionales las imágenes de la calle Ancha, o calle Comercio como es denominada oficialmente:
Mirad qué maravilla son las fotografías de la Plaza del Ayuntamiento. Si os fijáis bien también se observa un cambio en la vegetación de la plaza, en la que también fueron suprimidas acacias y sóforas para plantar lo que parecen moreras y olmos:
Otra curiosidad botánica nos la ofrece la Calle Cervantes vista desde el Arco de la Sangre. Se ve la calle totalmente arbolada con una tupida sombra en ambas aceras. Contrasta con el aspecto actual de la calle, en la que no existe ni un mísero árbol...
Mirad qué bella panorámica de la ciudad desde el Valle tomó el genio austrohúngaro:
Estas son buenas fotografías de la Catedral:
Alois Beer también fotografió San Juan de los Reyes:
El Alcázar es protagonista de varias de las imágenes de Beer:
Aquí tenemos la Sinagoga de Santa María la Blanca:
Es bellísima esta vista de la Puerta del Cambrón:
Beer obtuvo esta preciosa toma de la Puerta del Sol:
Aquí vemos el Puente de San Martín:
El Puente de Alcántara también aparece inmortalizado:
Una bonita vista de la Plaza del Padre Juan de Mariana con la Iglesia de San Ildefonso -conocida como Los Jesuítas- al fondo:
Y para finalizar, éste es el Hospital de Santa Cruz:
Como veis, son varias decenas de sensacionales fotografías con más de un siglo de antigüedad que en su práctica totalidad nunca habían sido vistas en la ciudad, salvo las dos que publiqué en el primer libro de Toledo Olvidado y alguna otra aparecida en el libro "Alois Beer: un viaje fotográfico por la España de 1900", el cual recomiendo encarecidamente.
Espero que os haya gustado este regalo de Reyes tanto como a mí. Que tengáis todos un muy Feliz 2015.
EXTRAORDINARIA COLECCIÓN ENSOMBRECIDA POR EL FALLO AL CORTAR LA IMAGEN DERECHA DE LOS PARES ESTEREOSCÓPICOS, IGNORO SI POR COMPOSOCIÓN O SI LOS ORIGINALES SON ASÍ (COSA QUE DUDO ).
ResponderEliminarPERDON NO HABÍA LEIDO EL TEXTO COMPLTO.MIL EXCUSAS.
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