sábado, 25 de febrero de 2017

Toledo en los años 50 fotografiado por Joan Miquel Quintilla

¿Puede haber algo más bello que honrar la memoria de un padre? Eso es precisamente lo que están haciendo las hermanas Mónica y Mercedes Miquel, con la particularidad de estar realizándolo de un modo realmente especial: recuperando y divulgando el precioso legado fotográfico de su padre, el Doctor Joan Miquel i Quintilla.
Nacido en Barcelona en 1912, Joan fue el hijo menor de una familia de fabricantes de tejidos, que rompió con la tradición familiar al manifestar desde muy pequeño, cuando era alumno de los Escolapios, su gran pasión por las ciencias. Estudió en la Universidad de Barcelona dos carreras a la vez: Ciencias Químicas y Farmacia, recibiendo en ambas premios extraordinarios de fin de carrera. Empezó también la carrera de medicina, que no pudo terminar al estallar la Guerra Civil. En los difíciles e inciertos años cuarenta, Joan Miquel inicia su actividad profesional en su oficina de farmacia en donde empieza a diseñar y fabricar productos farmacéuticos originales, naciendo así los célebres "Laboratorios Miquel S.A.", empresa que con los años adquirió proyección internacional.
La otra gran pasión del Dr. Miquel fue la fotografía, a la que llegó desde la pintura al óleo y la acuarela. No en vano, siendo un joven aficionado ya frecuentaba los círculos artísticos donde conoció artistas y obras de la época relacionadas con las vanguardias artísticas. Era un gran amante del arte y de la estética y esto se intuye con claridad en sus instantáneas.
Utilizó más de 150 cámaras fotográficas a lo largo de su vida, de las más afamadas marcas: Leica, Hasselblad, Rolleiflex, Contarex, etc. Montó un “cuarto obscuro” en su casa para revelar sus placas y películas; su formación química fue muy importante en todo su trabajo de laboratorio fotográfico, tanto en el revelado en blanco y negro como en los inicios del color. Realizó fotos en color usando diferentes procedimientos como la tricromía, la destrucción de colorante o técnicas antiguas de fotografía “artística” como la goma bicromatada en base de goma arábiga y nitrato de plata, que permitía retocar el color final y el contraste de la imagen. Sus primeras fotos en color de su colección fueron obtenidas con películas Ektachrome y posteriormente Kodachrome. El fondo fotográfico de la colección que está siendo recuperada en la web BarcelonaFotoAntic.com por sus hijas Mercedes y Mónica Miquel Abella consta de unos 40.000 negativos de todo tipo de formato y soporte. Al tratarse de un fotógrafo que trabajó siempre en el campo aficionado, su obra obedece exclusivamente a sus inquietudes y visiones personales, totalmente libres, de la realidad de la gente, de sus vidas y sus paisajes, de una época que abarca de 1933 a 1983. Se trata de excelsas fotografías que componen un fragmento en imágenes de la historia de nuestro país, que recorrió de punta a punta.
Joan Miquel falleció el 9 de Octubre de 1983 dejándonos ese tesoro que ahora, gracias a la generosidad de sus hijas, ve la luz para goce de cuantos amamos la fotografía y la belleza.
Miquel fue un asiduo visitante de Toledo en los años 50. Están datadas estancias suyas en nuestra ciudad al menos en los años 1955, 1956 y 1958. Hoy puedo mostraros una selección de su obra toledana que, desde que la vi, me tiene absolutamente enamorado y fascinado. Comenzaremos por ver una joya muy especial para mí, pues está tomada muy cerca de la que fuera la casa de mis abuelos, donde nacen buena parte de mis primeros recuerdos de niñez. Se trata de la calle Sixto Ramón Parro, en el punto comúnmente conocido por todos como "Los Cuatro Tiempos", denominación que al parecer procede de una antigua pintura en una de las fachadas de la calle en la que se representaban la primavera, el verano, el otoño y el invierno, es decir, las cuatro estaciones o "tiempos" del año. La imagen muestra a una mujer con un puesto de venta ambulante en la calle. Al fondo aparece otra mujer con la misma ocupación, mientras que a la izquierda se ve unas niñas que se acercan al entronque de la calle:
Vendedora en Sixto Ramón Parro junto a los Cuatro tiempos en 1956. Fotografía de Joan Miquel Quintilla

Si la anterior imagen era bella, las siguientes, tomadas en las inmediaciones del mercado de abastos en la Plaza Mayor, son sencillamente magistrales. Mirad por ejemplo ésta, que muestra el momento en que un vendedor atiende a una mujer en presencia de un animado corrillo de personas. Al fondo, destaca la pared del mercado plagada de carteles anunciando los más diversos acontecimientos y productos:
Plaza Mayor en 1956. Fotografía de Joan Miquel Quintilla

En las paredes del mercado, con un acabado en las fachadas hoy desaparecido tras la reforma del edificio en los años 80, se apostaban otros vendedores en sus rudimentarios establecimientos ambulantes, dejándonos estampas de enorme nostalgia y belleza genialmente inmortalizadas por Joan Miquel Quintilla:
Vendedor ambulante en la Plaza Mayor en 1958. Fotografía de Joan Miquel Quintilla
Vendedora ambulante en la Plaza Mayor en 1958. Fotografía de Joan Miquel Quintilla

Las inmediaciones del Alcázar eran en los años 50 un lugar casi fantasmal, aún dominadas por la imponente presencia de las ruinas del baluarte tal como habían quedado tras la maldita guerra civil en 1936. Pese a ello, algunos toledanos se atrevían a pasar ratos al sol en sus alrededores, ya casi acostumbrados la la terrible visión de aquellos muros que a buen seguro les evocaban las más tristes y dolorosas historias y recuerdos, fuese cual fuese su ideología:
Ruinas del Alcázar en 1955. Fotografía de Joan Miquel Quintilla

Las largas tardes se hacían más llevaderas al sol para esta anciana que ocupaba su tiempo cosiendo, pese a las evidentes dificultades que ya presentaba para poder realizar la tarea dada su escasa visión:
Una anciana cosiendo en Toledo en 1956. Fotografía de Joan Miquel Quintilla

Joan Miquel se detuvo en este patio de vecindad de la ciudad, y nos dejó para siempre esta estampa de ropa secándose mientras la familia hacía vida en este espacio común:
Un patio de Toledo en 1956. Fotografía de Joan Miquel Quintilla

Teminaremos con esta fotografía de un vendedor de cerámica con su borrico en el Valle. En aquellos lejanos años 50 el turismo comenzaba a despuntar y daba empleo a algunos de estos primeros profesionales de los recuerdos para turistas, desde luego bastante más auténticos que la mayoría de las baratijas que hoy pueblan las estanterías y escaparates de cualquier tienda turística de cualquier ciudad masivamente visitada en nuestros días:
Vendedor ambulante de cerámica en el Valle en 1955. Fotografía de Joan Miquel Quintilla

¿Sabéis qué es lo mejor de todo? Que Mercedes y Mónica me aseguran que poseen bastantes más imágenes de Toledo tomadas por su padre y que pronto las digitalizarán. Hasta que ese día llegue y pueda dedicar otra entrega del blog a Joan Miquel, esperaremos ilusionados y, sobre todo, muy agradecidos a esta familia que comparte con todos nosotros estas auténticas joyas de nuestro pasado.

[ACTUALIZACIÓN 3-02-2020]: En efecto, Mónica y Mercedes han localizado nuevas fotos de Toledo tomadas por su padre, y tengo el placer de ofrecérsolas a continuación:
Hopital de Santa Cruz en 1956. Fotografía de Joan Miquel Quintilla. Barcelona Foto Antic
Sinagoga de Santa María la Blanca en 1958. Fotografía de Joan Miquel Quintilla. Barcelona Foto Antic
Callejón de Bodegones en 1956. Fotografía de Joan Miquel Quintilla. Barcelona Foto Antic
Vista de Toledo en 1956. Fotografía de Joan Miquel Quintilla. Barcelona Foto Antic
Niñas en Toledo en 1959, jugando en una reja. Fotografía de Joan Miquel Quintilla. Barcelona Foto Antic
Puente de San Martín en 1955 con la escultura de Alfonso VII al fondo. Fotografía de Joan Miquel Quintilla. Barcelona Foto Antic

3 comentarios

manuelblas dijo...

La foto de los Cuatro Tiempos es también para mi muy especial pues en esa casa donde es tradición estuvieron las pinturas nací y pasé mi infancia. La señora mayor que aparece en primer plano se llamaba Estefana y anda que no la he comprado cosas de su puesto, a perra chica y a perra gorda. A la otra señora que se ponía al lado de la pescadería, mas joven y que vendía trozos de hielo coloreados, a manera de helado, también la recuerdo aunque no su nombre. Gracias Eduardo por este maravilloso regalo.

Alberto dijo...

Desde luego son auténticos regalos para quienes amamos Toledo.
Muchas gracias Edu!

Carmen Murillo Laguna dijo...

Yo vivía en la calle del Lócum. A esa mujer del puesto le comprábamos chucherías. ¡Cómo me emociona ver estas fotos!

© TOLEDO OLVIDADO
Maira Gall