viernes, 26 de julio de 2013

El Monasterio de San Bernardo o el último reducto de la industria sedera en Castilla

El impresionante y para muchos desconocido Monasterio de San Bernardo o de Nuestra Señora de Monte Sión tiene su origen en el año 1426 cuando su fundador Fray Martín de Vargas -confesor del Papa Martín V y reformador de la Orden del Císter- obtuvo del canónigo de de la Catedral Alonso Martínez unos terrenos en un paraje idílico al que llamaron de Monte Sión porque "de allí había de salir, con el favor divino, la ley de la reforma como de otra nueva Jerusalén". En un primer momento los monjes vivieron en celdillas entretejidas de ramas de árboles hasta que el año siguiente fue colocada la primera piedra del templo el día 21 de enero de 1427. Su vida era ejemplar -no hay que olvidar que esta reforma del Císter surgió a raíz de la relajación detectada en las décadas precedentes- y la construcción se sufragaba con limosnas y sacrificios, a los que se añadieron más tarde generosos donativos como el del contador del rey Juan II Alonso Álvarez de Toledo. Quiso allí enterrarse el prepotente valido de este monarca, Don Álvaro de Luna, pero finalmente los monjes se opusieron -según algunas fuentes por no considerar que encajase en su ideal de pobreza, si bien años después sí se enterraron allí el citado Alonso Álvarez y su esposa-.
Tras la muerte de Martín de Vargas en 1446 el monasterio fue ampliado sobre todo bajo los auspicios del obispo de Astorga García Álvarez de Toledo y más tarde del canónigo y apostólico de la catedral Francisco Álvarez de Toledo en 1494.
El edificio que hoy se conserva es en buena medida el que en aquel siglo XV se levantó en las fases citadas, si bien sufrió importantes reformas y ampliaciones posteriores, como la construcción del cuarto de la hospedería por el afamado Alonso de Covarrubias (comenzado en 1549) o la del soberbio claustro toscano bajo las trazas de Nicolás de Vergara el Mozo (iniciado en 1576 pero que tardó más de 50 años en finalizarse).
Esta Congregación Cisterciense de Castilla fundada por Martín de Vargas superó muchas trabas y vejaciones dentro de la propia Iglesia -llegó a desvincularse de la autoridad jurídica del Císter- pero sin embargo fue floreciente espiritual e intelectualmente hasta 1700, comenzando desde entonces una decadencia que tuvo su puntilla con la desamortización de Mendizábal en 1835. Son pocas las fotografías antiguas que se conservan de este edificio:
Monasterio de San Bernardo o de Monte Sión en Toledo en 1925
Monasterio de San Bernardo © Fondo Rodríguez. Archivo Histórico Provincial. JCCM. Signatura 01A-237
Monasterio de San Bernardo hacia 1925. Fondo Rodríguez. (c) JCCM, AHP, Signatura 01B-139
Monasterio de San Bernardo hacia 1925. Fondo Rodríguez. (c) JCCM, AHP, Signatura 01B-123

A partir de la desamortización el Monasterio sirvió como casa de labor y tuvo varios propietarios. En 1925 su propietario era Luis de Urquijo, Marqués de Amurrio, quien a instancias de Alfonso XIII promovió en él el último intento por recuperar la otrora potente industria sedera toledana. Se plantaron miles de moreras en los alrededores del edificio y en las vegas cercanas, se acondicionaron estancias y se fundó el Real Instituto Sericícola de Castilla y Extremadura.
De esta curiosa época datan estas fotografías cuya autoría se atribuye tanto a Rodríguez como a Juan Ramón Marín. En ellas se puede ver todo el proceso de obtención de la seda, desde la plantación de las moreras que los alimentaban hasta la limpieza de los capullos para separar la seda del insecto:
Plantando moreras en los terrenos del Monasterio de San Bernardo en Toledo en 1925.
Recogiendo hojas de morera en los terrenos del Monasterio de San Bernardo en Toledo en 1925.
Entrada de cargamentos de hojas de morera al Monasterio de San Bernardo en Toledo en 1925.
Montón de hojas de morera para alimentar gusanos de seda en el Monasterio de San Bernardo en Toledo en 1925.
Alimentando gusanos de seda con hojas de morera en el Monasterio de San Bernardo en Toledo en 1925.
Desbojando capullos de gusanos de seda en el Monasterio de San Bernardo en Toledo en 1925.
Ahogando capullos de gusanos de seda en el Monasterio de San Bernardo en Toledo en 1925.
Limpiando capullos de gusanos de seda en el Monasterio de San Bernardo en Toledo en 1925.
Pesando capullos de gusanos de seda en el Monasterio de San Bernardo en Toledo en 1925.
Empleados del cultivo de gusanos de seda reciben clases del cura en el Monasterio de San Bernardo en Toledo en 1925.

Aquí vemos al capellán-administrador de aquella explotación de 1925, Don Bernardo del Campo:
Bernardo del Campo, capellán-administrador de los trabajos de cultivo de gusanos de seda en el Monasterio de San Bernardo en 1925

Aquí os dejo un interesante artículo publicado en la Revista Toledo en julio de 1925 explicando aquel proyecto:
Monasterio de San Bernardo de Toledo en 1925. Fotografía publicada en la Revista Toledo en julio de 1925
Monasterio de San Bernardo de Toledo en 1925. Fotografía publicada en la Revista Toledo en julio de 1925
Monasterio de San Bernardo de Toledo en 1925. Fotografía publicada en la Revista Toledo en julio de 1925

Poco después el proyecto fracasaría y sería abandonado. De él hoy solo nos quedan aún numerosos ejemplares de morera en la zona, algunos incluso que datan de la época y otros ya naturalizados hijos de aquellos. Entre 1928 y 1930 se reformó tanto el monastario como los jardines que le rodean, según las trazas del destacado arquitecto Roberto Fernández Balbuena:
Artículo de O. Czekelius sobre la reforma realizada por Balbuena en el monasterio de San Bernardo o de Montesión y sus jardines. Biblioteca Nacional de España. Artículo de O. Czekelius sobre la reforma realizada por Fernández Balbuena en el monasterio de San Bernardo o de Montesión y sus jardines (1928-1930). Biblioteca Nacional de España. Monasterio de San Bernardo y plano en planta tras la reforma de 1928-1930 Jardines del Monasterio de San Bernardo tras su reforma en 1928-1930. Biblioteca Nacional de España. Monasterio de San Bernardo o de Monte Sión en 1936. Biblioteca Nacional de España Durante la guerra civil, el monasterio fue utilizado como Hospital de Sangre por el bando republicano, llegando a recibir la visita de Margarita Nelken:
Margarita Nelken en el Monasterio de San Bernardo cuando era Hospital de Sangre durante la guerra civil en 1936

Desde 1937 y en la posguerra, el monasterio fue utilizado como prisión y campo de concentración por las autoridades franquistas, dependiente de la Inspección de Cáceres y con batallones de trabajo asociados.
Este era el aspecto del acceso en 1962:
Acceso al Monasterio de San Bernardo o Monte Sión en 1962. Fotografía de Julián C.T. El Monasterio fue legado en 1966 por el ingeniero agrónomo Tirso Rodrigáñez a las monjas. Hoy acoge una hospedería y de nuevo lo habitan monjes cistercienses de la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia.
Fotografía aérea del Monasterio de Montesión o de San Bernardo en Toledo a mediados del siglo XX. Centro cartográfico del Ministerio del Ejército.

El Monasterio de San Bernardo o de Monte Sión en Google Maps:

Ver Toledo Olvidado en un mapa más grande

11 comentarios

María Jesús dijo...

El último propietario era D. Tirso, que no recuerdo su apellido. Este señor se dedicó a favorecer a los entonces muy empobrecidos conventos de clausura. En concreto a Santo Domingo, regaló una vaca a las monjas y la M. Patrocinio en sus recuerdos de la Guerra y años posteriores, decía que daba mucha y muy buena leche.
Eres genial, Edu. Sacas noticias que no dejan de sorprendernos.

María Jesús dijo...

Que nos dejan sorprendidos, que me comí una "s"

Antonio Obeo dijo...

En el año 1.983 , fecha de mi boda,era un sitio habitual para hacer los reportajes, tanto en el interior como en los cuidados jardines.

Jota dijo...

Siempre me dejas estupefacta Eduardo, que buenos reportajes, y que gran labor, es que no tengo palabras para agradecerte tanto. un abrazo.

Mercedes B.S. dijo...

No sabía nada de lo de la industria sedera (como tantas cosas que ignoro, claro) y me ha sorprendido mucho esta original actividad, qué pena que no prosperase... ahora las tiendas de turistas en Toledo estarían llenas de esos productos junto a los damasquinados. El comentario de Antonio me ha hecho recordar el reportaje de boda de mi hermana, que se hizo allí. Al principio de los ochenta el Padre Agustín me mostró algunos lugares del monasterio, auqnue en el magnífico claustro no pude entreternerme como hubiera querido porque entonces estaba 'ocupado' por un enorme enjambre de abejas.
Gracias de nuevo Eduardo y saludos a todos.

Ricardo Sánchez Candelas dijo...

Aunque sea muy de pasada no debemos olvidar la mención a la singular presencia, en uno de los jardines de este histórico cenobio toledano, de la llamada Fuente de los Jacintos.
En esta ocasión esta singularidad no se debe a la existencia de la planta del mismo nombre, (Hyacinthus orientalis), nombre botánico de origen mitológico tan hermoso y legendario como la belleza de sus propias flores.
En sentido bien distinto, se debe a la extraordinaria localización en este lugar de un yacimiento de almandinos, mineral de magnífica hermosura del grupo de los granates.
Para quienes se muestren interesados en conocer más a fondo el descubrimiento y características de este yacimiento, remito al muy meritorio trabajo de investigación de los señores R. Jiménez Martínez, F. Bellido, J.A. Martín Rubí, J. López Jerez y M. Calvo, (“Minerales con historia: el granate almandino de la Fuente de los Jacintos, Toledo”, Boletín Geológico y Minero, abril de 2012).

Si todavía hay ocasión, a mi regreso a Toledo después de unos días de ausencia, haré también algún comentario a la plantación de moreras destinadas a la producción sedera llevada entonces a tan feliz término en el cisterciense Monasterio toledano de Monte Sión.

Ricardo Sánchez Candelas dijo...

Por cumplir aquello de que lo prometido es deuda, me tengo que referir a la extensa mención que en mi “De árboles en Toledo”, (pags. 67 y 68), hago a la plantación de moreras proyectada en las primeras décadas del XVIII, iniciativa propuesta por don Bernardo de Rojas y Contreras.
Aunque nacido don Bernardo en Valladolid, fue Regidor Perpetuo de Toledo y Guadalajara, y por ascendencia materna pertenecía al ilustre linaje de los marqueses de Villanueva del Duero. Por curiosa coincidencia, al contraer matrimonio en segundas nupcias, en Guadalajara, con Josefa del Hierro y Arriaga, vino a emparentar con la saga familiar del Vizconde Palazuelos, de quien la contrayente era hija.
Y también resulta ser singular casualidad que, aparte emparejamientos conyugales, ambos ilustres personajes vengan a coincidir con propósitos forestales a favor de la desértica fisonomía vegetal de Toledo: así, mientras don Gerónimo del Hierro Rojas y Robles, en su condición de Alcalde de la ciudad, dicta un bando, (el número 27, de mayo de 1847), sobre “Ornato público, árboles y paseos”, don Bernardo de Rojas y Contreras, bastantes años antes, se había embarcado en la promoción ante las más altas instancias de su ambicioso proyecto de repoblación con moreras de buena parte del término municipal de Toledo, (en sendas Reales Cédulas, de 15 de junio de 1708 y 19 de enero de 1731), ganado sin duda por la nostalgia de la antigua pujanza en nuestra ciudad de la industria sedera y movido de un sano deseo de procurarla caminos de prosperidad material.
La primera referencia a esta iniciativa “morerista” –al final frustrada, como tantos proyectos toledanos y toledanistas– la tuve al leer, hace ya muchos años, el librito del historiador Antonio Martín Gamero “Los Cigarrales de Toledo”.
La presente entrega del blog nos ilustra, (con excelente reportaje fotográfico, como de costumbre), sobre el hecho de que aquel fracaso inicial tuvo, sin embargo, feliz reparación, poco más de dos siglos después, en la recuperación de esta iniciativa, al menos a nivel experimental, bajo los auspicios del monarca Alfonso XIII, y por la generosa disposición de don Luis de Urquijo, Marqués de Amurrio, que para la plantación de las moreras y demás necesidades de la ejecución del proyecto ponía a disposición del mismo su extensa finca de San Bernardo. Fue también una experiencia de prosperidad efímera.
Ignoro si habrá alguna constancia documental del número de moreras que se plantaran con tan entusiasta idea del renacimiento de la industria sedera en Toledo, pero anoto el dato de que en la obra citada de Martín Gamero, en una extensa y admirable relación, con minuciosidad casi catastral, de todos los predios toledanos que eran idóneos para esta plantación, don Bernardo consigna la cifra de 600.000 pies “en la Vega de San Román y sitios que llaman La Peraleda, huerta de la Encomienda de Calatrava, tierras del Convento de San Bernardo…”.
Vaya usted a saber si la recuperación de la idea bajo el reinado de Alfonso XIII no fue estimulada, casi espoleada, por la dolorida queja del propio Martín Gamero, que en su mencionada obra se lamentaba de que “la fatalidad hizo que los saludables pensamientos de Rojas y otros sobre este particular, no tuvieran acogida; y Toledo, merced a los errores y al abandono de nuestros abuelos, en vez de ser ahora un pueblo importante por su agricultura e industria, está vegetando sólo al arrullo lisonjero de los grandes recuerdos históricos que le legaron las generaciones pasadas”.
Aquel imaginario vergel de un hermoso y extenso regadío de moreras en las orillas del Tajo, ya que sus aguas no sirvieron para que Juanelo Turriano, con su genial Artificio, calmara la sempiterna sed de la ciudad, ni Juan Bautista Antonelli las convirtiera en navegables hasta Lisboa, quizá nos habría dado razones –razón ya la teníamos– para que a nadie se le ocurriera expoliarnos con trasvases injustos.

Paloma dijo...

Sitio lleno de Historia desde su fundación, ligada a la figura de un converso.

Unknown dijo...

Hoy 8/2/2020 he sido un caminante por el monasterio. Hace 32 años unos compañeros hicieron un reportaje en mi boda, desde entonces no había vuelto. Me ha recibido un "amigo de los monjes", Enrique. Me ha permitido entrar y me ha acompañado por los jardines. Me ha contado un poco la historia del monasterio. Me ha informado de que todos los domingos y festivos se oficia misa así como de que cada primer sábado de mes a la 15,30 se realiza, en la iglesia, los monjes hacen una lectura meditativa de las escrituras.
Ya desde el principio de entrar en la finca se respira, se siente El Silencio. Ese silencio que se cuela al interior de tu mente y la pone en estado de "solo contemplar".
Ha sido todo un descubrimiento y lo tengo a menos un km de casa.
Gracias a todos los investigadores de esta joya y desconocida de Toledo.

Anónimo dijo...

Durante la mayor parte de la guerra y en la posguerra el monasterio de S. Bernardo fue cárcel y campo de concentración franquista. Por este campo pasaron miles de prisioneros republicanos (archivo Tribunal de Cuentas) y hubo más de 30 muertos en el mismo campo(registro civil de Toledo).

IR dijo...

Después de la guerra mi tío abuelo fue el propietario y lo reconstruyó pues estaba hecho polvo.Cuando murió se lo donó a los monjes Bernardo creando a su vez una fundación que revertirá todas sus ganancias a la orden, para que se pudieran mantener como el lo hizo.Hasta la luz era gratis pues les montó una mini central y tb escuelas para los hijos de los trabajadores.Los monjes y la orden desmontó todo, mal vendió todos los enseres y hasta vendieron las vigas del claustro así como todos los muebles y joyas de la iglesia ,donde por cierto esta enterrado con su mujer.A este expolio se le unió un albacea,Gambin ,que también participó en el robo.Luego los propios monjes vendieron una parte de la finca para que salgamos políticos y interesados se hicieran chalets en terreno no urbanizable.
Unos sinvergüenzas uno y otros

© TOLEDO OLVIDADO
Maira Gall