sábado, 5 de febrero de 2011

John Fyfe descubre un pequeño tesoro en casa

Hace unos meses publiqué una de las entradas que para mí han sido más especiales en estos tres años de andadura de Toledo Olvidado. Me refiero a la que estuvo dedicada a John Fyfe, que como sabéis es un fotógrafo aficionado norteamericano que vivió en Toledo en los años 60 y que supo capturar lo que denominé el alma de Toledo con más sensibilidad que muchos fotógrafos profesionales.
Por eso, cuando esta semana al revisar mi correo electrónico ví que John me había escrito de nuevo, sentí ese indescriptible gusanillo en el estómago que te anuncia que vas a ver algo emocionante. En efecto, John ha estado revisando viejas cajas llenas de fotografías en su casa y, afortunadamente para nosotros, ha hallado 35 pequeños tesoros en forma de fotografías de Toledo, la mayoría de ellas tomadas en 1967. Dice John que a su juicio no poseen la misma calidad que las que ya pudimos ver en la anterior entrega, pero sin embargo a mí me parecen de un nivel excepcional.

Comenzaremos por ver las fotografías tomadas en la Plaza de Zocodover. Las tomas correspondientes a 1967 nos ofrecen una estampa que duró hasta los años 80: el guardia urbano con su pequeño pedestal que servía de minirotonda. A la izquierda podemos ver la ubicación del entonces Gobierno Militar:
Guardia Urbano en Zocodover en 1967. Fotografía de John Fyfe

Una fotografía muy especial es la que nos muestra a un humilde vendedor de tabaco al por menor -cigarrillos sueltos, vamos- situado en lo que era el Café Español:
Vendedor de tabaco en Zocodover en 1967. Fotografía de John Fyfe

Merece la pena ampliar la imagen para ver todo un muestrario de las marcas de tabaco que triunfaban por aquellos días:
Vendedor de tabaco en Zocodover en 1967. Fotografía de John Fyfe

En estas imágenes podemos ver la terraza del Café Español:
Terraza del Café Español de Zocodover en 1967. Fotografía de John Fyfe

Aquí tenemos una maravillosa fotografía de un carro tirado por un burro frente al Hotel Suizo:
Carro tirado por un burro frente al Hotel Suizo en Toledo en 1967. Fotografía de John Fyfe

Esta es una fotografía muy curiosa. Creo que está tomada en 1976 y nos muestra la Plaza de Zocodover convertida en un improvisado circuito de karts con semáforos y todo:
Circuito de karts en la Plaza de Zocodover en 1976. Fotografía de John Fyfe

Otra serie de fotografías muy especiales es esta que viene a continuación. Podemos ver imágenes del mercadillo del Martes que por entonces se celebraba en el Paseo del Miradero después de haberse trasladado allí desde Zocodover y antes de que se mudara al Paseo del Carmen. Las imágenes nos muestran un mercadillo muy animado, donde convivían los puestos de productos tradicionales como la cerámica, con el incipiente mercado de las baratijas de plástico o los puestos de ropa:
Mercadillo de El Martes en el Paseo del Miradero en 1967. Fotografía de John Fyfe
Mercadillo de El Martes en el Paseo del Miradero en 1967. Fotografía de John Fyfe
Mercadillo de El Martes en el Paseo del Miradero en 1967. Fotografía de John Fyfe
Paseo del Miradero en 1967. Fotografía de John Fyfe

John Fyfe tomó también una bonita muestra de fotografías del Paseo de la Vega (o de Merchán), lleno de vida y donde podemos ver desde la clásica Casita de Corcho a los puestecillos de encurtidos y variantes o los quioscos de horchatas y limonadas:
Paseo de la Vega o de Merchán en 1967. Fotografía de John Fyfe
Paseo de la Vega o de Merchán en 1967. Fotografía de John Fyfe
Paseo de la Vega o de Merchán en 1967. Fotografía de John Fyfe
Paseo de la Vega o de Merchán en 1967. Fotografía de John Fyfe
Paseo de la Vega o de Merchán en 1967. Fotografía de John Fyfe
Quiosco de horchatas y refrescos en el Paseo de la Vega o de Merchán en 1967. Fotografía de John Fyfe
Casita de corcho en el Paseo de la Vega o de Merchán en 1967. Fotografía de John Fyfe

John vuelve a demostrar su talento fotográfico en algunas de las fotografías, vuelve a captar ese alma de la ciudad en imágenes como estas donde podemos ver desde una preciosa estampa de un gatito tras los cristales, a un balcón con ropa tendida o un precioso juego de luces y texturas en una típica calle de Toledo:
Gato tras una ventana en Toledo en 1967. Fotografía de John Fyfe
Ropa tendida en Toledo en 1967. Fotografía de John Fyfe
Una calle de Toledo en 1967. Fotografía de John Fyfe

Los niños siempre fueron uno de los principales objetivos de la cámara de John Fyfe. Aquí podemos ver una bonita escena en un taller:
Niños juegan en un taller de Toledo en 1967. Fotografía de John Fyfe

Esta fotografía corresponde a la Plaza del Padre Juan de Mariana:
Plaza del Padre Juan de Mariana en 1967. Fotografía de John Fyfe

Aquí podemos ver una bonita fotografía tomada en la primera corrida de toros que John Fyfe presenció en directo:
Corrida de Toros en la Plaza de Toledo en 1967. Fotografía de John Fyfe

Hay rincones de la ciudad espléndidamente retratados por el norteamericano. Por ejemplo, la cuesta del Cristo de la Luz en ambos sentidos:
Subida del Cristo de la Luz en 1967. Fotografía de John Fyfe
Subida del Cristo de la Luz en 1967. Fotografía de John Fyfe

Este corral creo que es el que se sitúa en la calle que une Alfileritos con la Plaza de Los Carmelitas:
Un corral en Toledo cerca de la Calle Alfileritos en 1967. Fotografía de John Fyfe

Aquí podemos ver la parte histórica del Paseo de la Rosa fotografiada desde las inmediaciones del Miradero junto a la Alhóndiga:
Paseo de la Rosa visto desde la bajada de los Desamaparados o la Alhóndiga en 1967. Fotografía de John Fyfe

Esta imagen corresponde a la Calle de Santa Leocadia:
Calle de Santa Leocadia en 1967. Fotografía de John Fyfe

En 1967 aún era posible ver los efectos de la devastación de la Guerra Civil en las inmediaciones del Convento de la Concepción Francisca:
Convento de la Concepción Francisca en 1967. Fotografía de John Fyfe

Muy cerca de allí fue tomada esta estampa de la calle Cervantes y el Arco de la Sangre. En esos años, como veis, la calle era de subida para los coches:
Calle Cervantes y Arco de la Sangre en 1967. Fotografía de John Fyfe

Por aquellos años, una de las calles con más vida comercial de Toledo era Martín Gamero. Podemos hacernos una idea de un día en la vida cotidiana de la calle en esos días a través de esta sensacional fotografía:
Calle de Martín Gamero en en 1967. Fotografía de John Fyfe

No podían faltar fotografías de la Calle Ancha:
Calle Ancha o del Comercio en 1967. Fotografía de John Fyfe
Obras en una casa en la Calle Ancha en 1967. Fotografía de John Fyfe

Aquí tenemos la intersección de Navarro Ledesma con Alfonso X:
Calle de Navarro Ledesma en 1967. Fotografía de John Fyfe

De 1976 es esta fotografía tomada cerca de la Puerta del Sol. Al fondo, un katanga de la época:
Inmediaciones de la Puerta del Sol en 1976. Fotografía de John Fyfe

Ya a finales de los 80 o comienzos de los 90 John tomó esta foto de una tienda que me trae algunos de mis mejores recuerdos de la aún no tan lejana adolescencia y juventud, la tienda del Tío Peo enfrente de Santiago del Arrabal:
Tienda del Tío Peo a finales de los años 80 en Toledo. Fotografía de John Fyfe

¡Ojala John Fyfe siga de cuando en cuando encontrando más cajas en su casa llenas de antiguas fotografías de Toledo! Cada una de estas imágenes es un tesoro en sí misma. Gracias de nuevo John.

14 comentarios

Valde dijo...

Sin duda es un tesoro, esta colección de fotografías tomadas en esos años. Me recuerdan el Toledo que yo conocí cuando venía a examinarme de bachillerato en "La Lorenzana", años 62,63 y 64. Mis felicitaciones por tu interés en plasmar la historia de Toledo en tu blog.Muy interesante.

mimi dijo...

Edu, qué fotos tan maravillosas! Ya les gustaría a muchos fotógrafos "profesionales" captar el movimiento y el aura que recogen algunas de las que publicas en esta entrada. Me han encantado.

José María Moreno Santiago dijo...

Muchas gracias Eduardo. Coincido contigo, magníficas fotos, como las anteriores.
¡Qué recuerdos!los martes en el Miradero, los juegos de las "bolas" -que no canicas- el hombre del tabaco en el Suizo... es como vivirlo otra vez. Efectivamente, todo un tesoro y en ¡alta resolución! Mándale a John un fuerte abrazo de parte de todos toledanos, siempre se lo agradeceremos y a tí, por supuesto.

Anónimo dijo...

Eduardo muchisimas gracias. Cada vez me sorprendes más. En una de las fotos esta la calle donde yo he vivido y he jugado en mi niñez. Viendo tanta gente en la calle, ahora no tiene tanto movimiento como entonces, te repito me retrotrae a mi niñez. MIL GRACIAS

Anónimo dijo...

Muchas gracias por deleitarnos con estas fotografías tan preciosas. Para mi como toledana tienen mucho valor. Ponen al día mis recuerdos de esta ciudad tan preciosa en la que tenemos la gran suerte de vivir.

Anónimo dijo...

From John Fyfe:

It warms my heart and soul to be able to give so much joy to others through my photographs. Eduardo's caring and dedication to preserving the history and memories of such a great city deserves all of our thanks. Being able to share my photographs with others has really made feel that I am still, and will always be, in Toledo. Muchas gracias a todos!

José María Moreno Santiago dijo...

John:
It is an honor to greet you from these pages.
Our thanks to Toledo and photographers, you'll always be with us.

Ricardo Sánchez Candelas dijo...

Bueno, vamos a ver por dónde puedo empezar. Es tan extraordinaria toda la secuencia fotográfica de esta entrega que, para los que ya contamos una cierta edad, en ese escenario reviven muchos de nuestros recuerdos, de tal manera que se hace difícil prescindir de algún comentario a casi todas las fotos del gran John Fyfe y que, una vez más, en una labor de mérito impagable, nos ofrece Eduardo. Por descontado, muchas gracias a ambos. Vamos con ello.
1.-Zocodover, con guardia urbano incluido, (hoy, no sé a cuento de qué, llamado agente de movilidad), con su taburete y sombrilla, y su uniforme de pantalón oscuro con raya lateral y chaquetilla blanca, que les confería un cierto aspecto cosmopolita y tropical. ¡Qué elegancia! Hasta les podíamos disculpar alguna multa. ¡Y encima no te llamaban caballero! Su casco blanco puso fácil la definición de guardia urbano como “medio huevo chorreando guardia”. Frente a la fachada de La Suiza, (el mejor café de Toledo), todo un muestrario de la automoción de la época. Naturalmente, no podían faltar ni el “Doscaballos” ni la Vespa, aunque “reprochamos” al bueno de John que no esperara un ratito para la llegada de algún inevitable “Seiscientos”. La esterería del señor Díaz y la entrada a la veterana Fonda Nueva completaban la fachada. Unos años después, junto al propio Gobierno Militar, allí se estableció la Cafetería Tubal, que nos acogió durante tantos buenos ratos de tertulia de barra, muy frecuentada, en el aperitivo del mediodía, entre otros prohombres de la vida social y política de aquellos años, por don Jaime de Foxá, entonces Gobernador Civil.
2.-El tabaquero de los soportales de El Español. He mencionado en alguna serie anterior del blog a mi tocayo Ricardo, que era el que, en pequeñas dosis de “bisonteadicto”, me suministraba mi diaria ración de droga nicotínica. No recuerdo al tabaquero que nos aparece en esta serie, pero la foto es tan ilustrativa que nos hace reparar, por ejemplo, aparte en el repertorio casi completo de las marcas más afamadas y homicidas, en una cosa tan curiosa como esa botellita de plástico, junto a los “farias”, perforada en el tapón con un tubito por el que se cargaba de gasolina a los mecheros que todavía funcionaban con esa fuente energética, con lo que además así se disuadía a cualquier bromista que para llenar su mechero lo solicitara en cualquier gasolinera de las afueras. Estos buenos tabaqueros de Zocodover estaban en todo.
3.- El carrito con el burro a la puerta de El Suizo en la cuesta del Alcázar. El carruaje, ya dotado de ruedas neumáticas, con su número de matrícula municipal y con la manivela del freno de galga en la parte trasera, nos indicaba que estábamos entrando en la modernidad a pasos agigantados.
4.-Día lluvioso en Zocodover, con una improvisada pista de karts. En la fachada, la farmacia de los señores Bausá, el despacho de billetes de los autobuses de línea a Madrid de Continental Auto, las oficinas de Banesto y la alpargatería del señor Garijo. ¡Ah y, por fin, unos árboles, los olmos “pumilla”, que ya parecía que, después de tantos inquilinos anteriores, se iban a quedar definitivamente a vivir en Zocodover! Algo, de todas formas, debería estar reclamando la atención del soldado y de la chica, muy mona ella, que en ese momento cruzaban la calle. ¿Qué sería?
Por no extenderme más lo dejo aquí. Hay otras fotos del reportaje que también me sugieren otros comentarios. En próximos días, quizá me ponga con ello. Por hoy, ya vale. Y, por supuesto, sin olvidar una vez más la extraordinaria calidad del reportaje de John y el mérito de la tarea recopiladora e investigadora de Eduardo

Ricardo Sánchez Candelas dijo...

Habíamos prometido continuar con nuestros comentarios a esta entrega de Toledo Olvidado. Y lo prometido es deuda. Así es que, sigamos.
1.- El “martes” en El Miradero. Una buena mujer no daba abasto con sus dos brazos para cargar, además del colchón de espuma, todas las virutas de plástico que quizá le exigía la llegada de huéspedes a su casa o el aumento de familia. ¡Vaya usted a saber!
2.- Del Paseo de El Miradero, con sus arces negundos, sus bancos de madera, su “paseo de los mancos”, sus barandillas con las copas metálicas en sus machones, ¿qué decir en comparación con este nuevo engendro de nuestros días, ese monótono bosque de boj, el “bojque” le vengo llamando, malamente enmarcado en un megalítico bloque hormigonero de color sepia? En fin, moderemos, una vez más, nuestra indignación. ¡Pobre Miradero! Va de desgracia en desgracia.
3.- En La Vega. Nuestros juegos infantiles en las plazoletas de arena, la casita de corcho, el paseo de los tilos de tantas tardes de verano, antes y después de la feria de agosto, todavía sin terminar su reparto el camión de Fanta.
4.- Y el kiosco de Mariano, donde alguien no tuvo mejor ocurrencia un cierto día que talar un magnífico y corpulento plátano que, al parecer, estorbaba para algo. No sé qué les pasa a los pobres árboles que siempre estorban para algo. En cuanto lo supe, bajé a La Vega, tomé una fotografía del tocón, talado al ras del suelo, y me puse a escribir un artículo con el título de “Requien por un árbol” que, creo se publicó en La Voz del Tajo. Por desgracia, no he conservado ni el texto ni la foto. Pero sí recuerdo el berrinche que con mi artículo proporcioné a don Jacinto Fernández, entonces Concejal de Parques y Jardines, que según me confesó con gran disgusto había estado al margen de aquel desaguisado. ¡Pobre Jacinto, excelente persona, muy buen amigo y gran amante de Toledo y de todo lo toledano! ¡Cuánto lamenté el sofocón que le di con mi vehemente artículo! Aunque no estoy seguro, no sé si el plátano “sacrificado” era el de esta foto de John. O quizá otro que estaba muy próximo.
5.- Plaza del Padre Juan de Mariana. ¿Cómo no reparar que en la foto aparece la puerta de entrada al domicilio y consulta del insigne médico toledano don Alfonso López-Fando? ¡Cuántas veces la traspasamos para que el bueno de don Alfonso nos “echara los rayos” y nos diagnosticara cualquiera de esos alifafes infantiles a los que al parecer hemos sobrevivido con la ayuda del aceite de hígado de bacalao como mágico remedio! No nos puede pasar tampoco desapercibido el hecho de que fuera por entonces una plaza bien poblada de árboles, (casi todos plátanos y arces negundos), que también habían subsistido a nuestros juegos y “borriquerías” varias mientras esperábamos la hora de entrar a clase en los Maristas.
6.- Bajada/subida por el Cristo de la Luz desde la Puerta de Valmardón. Admirable el prudente equilibrio del conductor de la Vespa, casi a punto de chocarse con la acera. ¡Y en día de lluvia! En la subida, otro, con un carricoche manual, asumía menos riesgos en tan fuerte pendiente y, al parecer, se dedicaba a vender alguna mercancía. ¿Qué vendería ese buen hombre? A buen seguro que era cosa de economía sumergida.
Quede aquí esta segunda parte de mis comentarios de hoy, aunque una serie tan formidable y sugestiva como esta da para más. Habrá que seguir.

Ricardo Sánchez Candelas dijo...

Y va la tercera parte de estos comentarios, que hoy me han cogido en vena.
1.- En la Cuesta de los Carmelitas, casi en Alfileritos. Ese solar, con preciosa rejería, pertenecía a la casa familiar de mi gran amigo Carlos Zamora Nodal. ¡Cuánto sentí su prematuro tránsito!
2.- Paseo de la Rosa, desde Gerardo Lobo, (la Alhóndiga o Los Desamparados). ¡Qué bien se ve el Paseo de la Rosa, entre la Fuente Nueva y la torre de la Estación, con sus dos hileras de “negrillos”, quizá los más viejos de todo el arbolado de la ciudad, por debajo de San Servando, antes de que se cometiera ese atropello del edificio de FEDETO! En la misma puerta del edificio de la antigua Alhóndiga que, entre otros, había tenido el uso de almacén municipal, en la calle y en la acera de enfrente, aparecen apilados tubos de fundición de los que habían servido para la traída de aguas a Toledo desde El Torcón.
3.- El Arco de la Sangre, desde la Calle Cervantes. Aún no se había reconstruido lo que fuera Posada de la Sangre. No sabemos si Cervantes reconocería ese céntrico enclave toledano como el de su lugar de inspiración literaria. A la derecha de la foto, una frondosa arboleda corona el muro de la explanada del Museo de Santa Cruz. Quizá alguno de esos árboles, el más próximo a los edificios colindantes, sea la Acacia de Madera Negra, (Acacia melanoxylon), el único ejemplar cuya presencia he detectado en Toledo.
4.- Y…la Calle Ancha, ¡cómo no! Citar sólo comercios y firmas que ya han desaparecido: Mercería Maeso, Ropa infantil El Bebé, Espadería y Damasquinos Casa Suárez. Al fondo, en Las Cuatro Calles, la tienda de Coloniales del señor Reguilón que, como tantas otras cosas, también había cerrado ya sus puertas. Interesante aportación la de esta foto de Jonh Fyfe para reconstruir el comercio de esa calle en la que su nombre oficial, (calle del Comercio), no acababa de ganar la batalla, ni quizá ya la gane nunca, de que para todos nosotros, en contra de toda evidencia geométrica, siga siendo la Calle Ancha
5.- Curiosa foto la de la Calle Ancha en la que unos operarios descargan un fardo de cañas, sin duda para arreglo o reparación del tejado del establecimiento comercial de los señores Moro Linares, que hasta en las mejores casas hay que arreglar goteras de vez en cuando. Y al fondo, en la confluencia con la Cuesta de Belén, frente a la Óptica Hurtado, la reconstrucción de la que había sido Librería Religiosa, afectada de un incendio en fechas anteriores.
Con una próxima entrega, espero terminar los comentarios de hoy.

Ricardo Sánchez Candelas dijo...

Y va la última, que esto va a parecer casi una novela por entregas.
1.- En la intersección de Navarro Ledesma con Alfonso X aparece al fondo la Plaza de Amador de los Ríos o de Los Postes. Significativa foto también porque en esa placita, que para mi gusto es una de la de más especial encanto en Toledo, aparecen todavía unos arces negundos, cuya tala en unos años posteriores fue también objeto de polémica. La forma de la tala fue tan original y chusca que fueron cortados a un metro y medio del suelo, con lo que la Plaza de los Postes no había adquirido hasta ese momento una denominación que le resultara tan exactamente apropiada. Nunca una motosierra habría cumplido una tarea tan “histórica”.
2.- Y no tiene desperdicio la foto de la concurrida calle de Martín Gamero, antigua de la Obra Prima. La señora con un melón en una mano, un voluminoso bolso de compra colgado en el otro brazo y ataviada posiblemente con hábito carmelitano, con su correa y todo, muy de oscuro toda ella y muy a lo suyo, es un auténtico testimonio vivo de sencilla religiosidad popular, no atacada todavía por el laicismo ni tampoco contaminada por otros oropeles y perifollos.
3.- La subida por la Cuesta de las Armas, cruzándose un “Katanga” y un “Seiscientos” es todo un símbolo sociológico de la época: transporte público junto a la única y precaria aspiración pequeñoburguesa de abandonarle y convertirle en privado, gracias al humilde utilitario, tan modesto, numeroso y popular por aquellos años que, bien mirado, también era casi público. De la calidad del servicio “katanguero”, (confort, limpieza, puntualidad, etc.), puede dar una idea el numeroso grupo de viandantes que habían preferido en ese momento subir a pie al “casco”, antes llamado Toledo.
Y por hoy, aquí lo dejamos. Este Toledo Olvidado, los hallazgos fotográficos del autor del blog, son una fuente inagotable de vivencias toledanas. Nunca sabremos cómo agradecérselo.
P.D.: Antes de nada, y como homenaje póstumo, (ese que nunca reciben personajes anónimos con muchos más merecimientos que otros de relumbrón), quiero dedicar estas líneas de hoy a nuestro buen amigo Hilario, “el eterno paseante de El Valle”, que ya había aparecido en alguno de mis comentarios anteriores. Llevaba ya meses sin verle, y un amigo me ha dado la noticia de que nos ha dejado en estos días. Descanse en paz el buen Hilario, (para nosotros siempre El Camarero de El Nido en la Plaza de la Magdalena), que a buen seguro, en mejor sitio que el nuestro, seguirá dando vueltas a otro Valle de otro Toledo.

Anónimo dijo...

¿El tal Hilario al que se refiere era profesor de historia en Toledo?

Carlos dijo...

Gracias Don Ricardo por estos maravillosos comentarios que nos retrotraen a aquella época con un realismo que sólo su maravillosa manera de escribir (desde el corazón, desde el conocimiento profundísimo de la ciudad y desde un talento literario de primer nivel) sería capaz de conseguir.
Gracias por compartir con todos sus vivencias, impresiones y opiniones en este blog que ya de por sí es una joya, pero que con sus comentarios pasa a un nivel superior. Gracias de corazón.

Anónimo dijo...

Enhorabuena al blog y al material utilizado. Gracias Ricardo por tus comentarios. No me extraña las miles de consultas que se reciben.

© TOLEDO OLVIDADO
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